lunes, 13 de enero de 2014

Carta de respuesta del Jefe Seatle 1854 a presidente de los EEUU

El año 1854, el presidente de Estados Unidos

le hizo a una tribu indígena la propuesta de

comprar gran parte de sus tierras, ofreciendo

en contrapartida, la concesión de otra

"reserva". La carta de respuesta del Jefe

Seatle, distribuida por la ONU (programa para

el medio ambiente) y más adelante publicada

íntegramente, ha sido considerado, a través

del tiempo, como uno de los más bellos y

profundos pronunciamientos hechos sobre la

defensa del medio ambiente. 

CARTA: 

¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el

calor de la tierra?, esta idea nos parece

extraña


Si no somos dueños de la frescura del aire y

del brillo del agua, ¿cómo es posible 

comprarlos?.

Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi

pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada

puñado de arena de las playas, la penumbra de

la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar

de los insectos son sagrados en la memoria y

vida de mi pueblo. La savia que recorre el

cuerpo de los árboles lleva con sigo la

historia del hombre piel roja.

Los muertos del hombre blanco olvidan su

tierra de origen cuando van a caminar entre

las estrellas. Nuestros muertos jamás se

olvidan de esta bella tierra, pues ella es la

madre del hombre piel roja. Somos parte de la

tierra y ella es parte de nosotros. Las

flores perfumadas son nuestras hermanas; el

ciervo, el caballo, el gran águila, son

nuestros hermanos. Los picos rocosos, los

surcos húmedos de las campiñas, el calor del

cuerpo del potro y el hombre, todo pertenecen 

a la misma familia.

Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en

Washington manda decir que desea comprar

nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El

Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un

lugar donde podamos vivir satisfechos. El

será nuestro padre y nosotros seremos sus

hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a

considerar su oferta de comprar nuestra

tierra. Pero eso no será fácil. Esta tierra

es sagrada para nosotros. Esta agua brillante

que escurre por los riachuelos y corre por

los ríos no es apenas agua, sino la sangre de

nuestros antepasados. Si les vendemos la

tierra, ustedes deberán recordar de que ella

es sagrada, y deben enseñar a sus niños que

ella es sagrada y que cada reflejo sobre las

aguas limpias de los lagos hablan de

acontecimientos y recuerdos de la vida de mi

pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de

mis antepasados.

Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra

sed. Los ríos cargan nuestras canoas y

alimentan a nuestros niños. Si les vendemos

nuestras tierras, ustedes deben recordar y

enseñar a vuestros hijos que los ríos son

nuestros hermanos, y los suyos también. Por

lo tanto, vosotros deberéis dar a los ríos la

bondad que le dedicarían a cualquier

hermano. 

Sabemos que el hombre blanco no comprende

nuestras costumbres. Una porción de tierra,

para el tiene el mismo significado que

cualquier otra, pues es un forastero que

llega en la noche y extrae de la tierra

aquello que necesita. La tierra no es su

hermana sino su enemiga, y cuando ya la

conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las

tumbas de sus antepasados y no se preocupa.

Roba de la tierra aquello que sería de sus

hijos y no le importa.


La sepultura de su padre y los derechos de sus

hijos son olvidados. Trata a su madre, a la

tierra, a su hermano y al cielo como cosas

que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas

como carneros o adornos coloridos. Su apetito

devorará la tierra, dejando atrás solamente

un desierto.

Yo no entiendo, nuestras costumbres son

diferentes de las vuestras. Tal vez sea por

que el hombre piel roja es un salvaje y no

 comprenda

No hay un lugar quieto en las ciudades del

hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda

oír el florecer de las hojas en la primavera,

o el batir las alas de un insecto. Más tal

vez sea por que soy un hombre salvaje y no

comprendo. El ruido parece solamente insultar

los oídos.

¿Que resta de la vida si un hombre no puede

oír el llorar solitario de un ave o el croar

nocturno de las ranas al rededor de un lago?.

Yo soy un hombre piel roja y no comprendo.

El indio prefiere el suave murmullo del

viento encrespando la superficie del lago, y

el propio viento, limpio por una lluvia diurna

o perfumado por los pinos.

El aire es de mucho valor para el hombre piel

roja, pues todas las cosas comparten el mismo

aire -el animal, el árbol, el hombre - todos

comparten el mismo soplo. Parece que el

hombre blanco no siente el aire que respira.

Como una persona agonizante, es insensible

al mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra

al hombre blanco, el debe recordar que el

aire es valioso para nosotros, que el aire

comparte su espíritu con la vida que

mantiene. El viento que dio a nuestros

abuelos su primer respiro, también recibió su

último suspiro. Si les vendemos nuestra

tierra, ustedes deben mantenerla intacta y

sagrada, como un lugar donde hasta el mismo

hombre blanco pueda saborear el viento

azucarado por las flores de los prados.

Por lo tanto, vamos a meditar sobre vuestra

oferta de comprar nuestra tierra. Si

decidimos.


 
 

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