martes, 8 de julio de 2014

Satanás- Mario Mendoza --fragmento--

CAPÍTULO I 

UNA PRESENCIA MALIGNA 


"Una luz intensa y joven nace desde arriba, desde las tejas transparentes del techo y las altas 
aberturas que hay en los muros, y se desparrama a todo lo largo de la plaza de mercado. Son las 
siete de la mañana. Los vendedores anuncian sus productos, sus precios, sus rebajas y sus ofertas 
con voces fuertes y entrenadas que generan una algarabía que atraviesa las paredes del recinto hasta 
alcanzar las calles que rodean la parte externa de la plaza. La abundancia salta a la vista en los 
múltiples corredores que se extienden paralelos de sur a norte y de oriente a occidente: naranjas, 
mandarinas, maracuyás, mangos, guanábanas, limones, zanahorias, cebollas, pimientos, tomates, 
rábanos y una lista innumerable de frutas y vegetales que esperan a los compradores en bultos, cajas 
de madera y bandejas de cartón y de plástico que están ubicadas al alcance de la mano. Los olores 
de las hierbas bombardean las narices heladas de los caminantes: la albahaca, la limonaria, el 
cilantro, el perejil, el cidrón. En una esquina, abarcando el espacio completo desde el piso hasta el 
tejado, están los locales de artesanías y plantas ornamentales: helechos, cactus, pequeños pinos en 
miniatura, y al lado, proliferando por los intersticios y los rincones, los canastos, las materas, las 
cucharas de palo y los objetos elaborados en cabuya y en cuerdas de fique. En la esquina contraria 
están las carnicerías y las ventas de animales vivos: gallinas, patos, conejos, hámsteres y gallos de 
pelea. 
Aquí y allá hay hombres y mujeres transportando víveres en pequeños carros de metal, 
trasladando cajas de madera atiborradas de tomates o de remolachas, moviendo bultos de papa o de 
arveja. Parecen pequeñas hormigas cumpliendo con ciertas funciones predeterminadas en las 
cercanías del hormiguero..."





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