miércoles, 16 de diciembre de 2015

El Silencio de las Sirenas- Franz Kafka


"Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:
Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente.
Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.
En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción.
Ulises (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él estaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas.
Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.
Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.
La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo." -

martes, 15 de diciembre de 2015

Kurosawa's Dreams


*Franz Kafka /Fragmento

"No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas. Esto significa que vives. No puedo dormir. Sólo sueños, imposibilidad de dormir."

"Siempre es demasiado tarde o demasiado temprano para lo que uno quiere hacer." *Jean Paul Sartre /La Náusea

Fragmentos de "La náusea". Jean Paul Sartre

“La realidad es un presente perpetuo. Presente, nada más que presente… las cosas son en su totalidad lo que parecen, y detrás de ellas… no hay nada”

“Yo me saco de la nada a la que aspiro; el odio, el asco de existir son otras tantas maneras de hacerme existir, de ahí la ironía y tragedia de ese paródico: existo porque pienso.”

“Pero tengo miedo de lo que va a nacer, de lo que va a apoderarse e mí, ¿y arrastrarme a dónde?”

“Siempre es demasiado tarde o demasiado temprano para lo que uno quiere hacer.”

“Veo el encadenamiento riguroso delas circunstancias. He cruzado mares, he dejado atrás ciudades y he remontado ríos; me interné en las selvas buscando siempre nuevas ciudades. He tenido mujeres, he peleado con individuos, y nunca pude volver atrás, como no puede girar un disco al revés. ¿Y adónde me lleva todo aquello? A este instante, a esta banqueta, a esta burbuja de claridad rumorosa de música.”

“Ya no veo nada; es inútil que hurgue en el pasado, sólo saco restos de imágenes y no sé muy bien lo que representan, ni si son recuerdos o ficciones.”

“Sueño basándome en palabras. Construyo mis recuerdos con el presente.”

“Algo comienza para terminar: la aventura no admite añadidos; sólo cobra sentido con su muerte. Hacia esta muerte, que acaso sea también la mía, me veo arrastrado irremisiblemente. Cada instante aparece para traer los siguientes. Me aferro a cada instante con toda el alma; sé que es único, irremplazable y, sin embargo, no movería un dedo para impedir su aniquilación. El último minuto que paso en brazos de una mujer conocida la antevíspera –minuto que amo apasionadamente, mujer que estoy a punto de amar- terminará, lo sé. Me inclino sobre cada segundo, trato de agotarlo; no dejo nada sin captar, sin fijar para siempre en mí, nada, ni la ternura fugitiva de esos hermosos ojos, y sin embargo, el minuto transcurre y no lo retengo; me gusta que pase.
Y entonces de pronto algo se rompe. La aventura ha terminado, el tiempo recobra su blandura cotidiana. Ahora el fin y el comienzo son una sola cosa. Aceptaría revivirlo todo, en las mismas circunstancias. Pero una aventura no se empieza de nuevo ni se prolonga.”

“Para que el suceso más trivial se convierta en aventura, es necesario y suficiente contarlo. Esto es lo que engaña a la gente; el hombre es siempre un narrador de historias; ve a través de ellas todo lo que sucede, y trata de vivir su vida como si la contara.”

“Nada ha cambiado y sin embargo todo existe de otra manera. No puedo describirlo; es como la Náusea y sin embargo es precisamente lo contrario: al fin me sucede una aventura, y cuando me interrogo veo que me sucede que yo soy yo y estoy aquí; me siento feliz como un héroe de novela.”

“El pasado es un lujo de propietario. Un hombre sólo, con su cuerpo, no puede detener recuerdos; le pasan a través. No debería quejarme: sólo quise ser libre.”

“Yo no tenía derecho a existir. Había aparecido por casualidad, existía como una piedra. Mi vida crecía en todas direcciones.”

“¿No sería yo simplemente una apariencia?”

“Cuando el derecho se apodera de un hombre, no hay exorcismo que pueda expulsarlo.”

“Si por lo menos pudiera dejar de pensar. Los pensamientos son lo más insulso que hay, más aún que la carne. Son una cosa que se estira interminablemente, y dejan un gusto raro. Y además, dentro de ellos están las palabras inconclusas, las frases esbozadas que retornan sin interrupción. Sigue, sigue y no termina nunca. Yo alimento esta especie de rumia dolorosa: existo. ¡Qué larga serpentina es esa sensación de existir!”

“A veces se me ocurren… no me atrevo a decir pensamientos. Es muy curioso; estoy así, leyendo y de golpe no sé qué pasa, me siento como iluminado. Primero no hice caso, después me decidí a comprar una libreta.”

“Cada uno tiene su pequeño empecinamiento personal que le impide darse cuenta de que existe; no hay una que no se crea imprescindible para algo o para alguien.”

“Náuseas; de vez en cuando los objetos se ponen a existir en la mano.”

“Las cosas se han desembarazado de su nombre. Están ahí, grotescas, obstinadas, y parece imbécil llamarlas: estoy en medio de las Cosas. Sólo son palabras, sin defensa. No exigen nada, no se imponen, están ahí.”

"Un gesto en el pequeño mundo coloreado de los hombres nunca es absurdo sino relativamente: con respecto a las circunstancias que lo acompañan.”

“Ante aquella pata rugosa, ni la ignorancia ni el saber tenían importancia; el mundo de las explicaciones y de las razones no es el de la existencia. Un círculo no es absurdo: se explica por la rotación de un segmento de recta. Pero además un círculo no existe. Aquella raíz, por el contrario, existía en la medida en que yo no podía explicarla.”

“Simplemente, yo no veía ese negro; la vista es una invención abstracta, una idea limpia y simplificada. Aquel negro, presencia amorfa y floja, desbordaba la vista. Pero esta riqueza se convertía en confusión y al fin ya no era nada porque era dema

Porque me interesa tanto la politica? -Michael Foucault

"¿Por qué me interesa tanto la política? 

Si pudiera responder de una forma muy sencilla, diría lo siguiente: ¿por qué no debería interesarme? 

Es decir, qué ceguera, qué sordera, qué densidad de ideología debería cargar para evitar el interés por lo que probablemente sea el tema más crucial de nuestra existencia, esto es, la sociedad en la que vivimos, las relaciones económicas dentro de las que funciona y el sistema de poder que define las maneras, lo permitido y lo prohibido de nuestra conducta. 

Después de todo, la esencia de nuestra vida consiste en el funcionamiento político de la sociedad en la que nos encontramos.





De modo que no puedo responder a la pregunta acerca de por qué me interesa; sólo podría responder mediante la pregunta respecto de cómo podría no interesarme (...) No estar interesado por la política es lo que constituye un problema. 
De modo que, en lugar de preguntarme a mí, debería preguntarle a alguien que no esté interesado por la política y entonces su pregunta tendría un fundamento sólido, y usted tendría todo el derecho de gritar enfurecido: 

¿Por qué no te interesa la política?" 

Michel Foucault

jueves, 3 de diciembre de 2015

Antoine de Saint-Exupéry creó EL PRINCIPITO


“Lo hermoso del desierto es que en cualquier parte esconde un pozo”. 



“Te miraré de reojo y tu no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos”.

“Esto que veo aquí no es más que una corteza. Lo verdaderamente importante es invisible”.


“Los hombres -dijo el principito- se meten en los rápidos pero no saben dónde van ni lo que quieren. Entonces se agitan y dan vueltas”.


“Los hombres ocupan muy poco lugar sobre la Tierra… Las personas mayores no les creerán, seguramente, pues siempre se imaginan que ocupan mucho sitio”.

“A veces tenemos que aguantar a las orugas si queremos disfrutar de las mariposas”.

“Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante”. 


martes, 3 de noviembre de 2015

El Psicoanalisis y el secreto

El Psicoanálisis y el secreto
ACTUALIDAD DEL LAZO
El Psicoanálisis y el secreto
Jorge Yunis


Abundantes son las caracterizaciones que se hacen, desde diversas corrientes de pensamiento, acerca de la actualidad que nos toca vivir: desamparo, hipermodernidad, masificación, espectáculo…cada una de las cuales aborda una perspectiva para nada descartable en lo que se refiere a las consecuencias sobre la subjetividad.
El psicoanálisis agrega otro enfoque: en múltiples ocasiones Jacques Lacan plantea que el modo de operar de la ciencia se funda en la exclusión del sujeto, esto es, de la subjetividad.
Esta exclusión del sujeto es una de las condiciones sine qua non del avance tanto de la ciencia como de la técnica y, a su vez, es una de las determinaciones que dieron lugar al surgimiento del psicoanálisis. Tal como también lo señala Lacan, éste sería impensable sin el previo asentamiento de la ciencia moderna. Y, además, precisamente, el psicoanálisis se caracteriza por hacerse cargo de ese sujeto excluido por la misma.
Otro enfoque, ya no psicoanalítico, podríamos extraerlo de algunas páginas de Ser y Tiempo.Allí, Martín Heidegger avanza lo que podríamos denominar un intento de pensar la cultura de masas en esta era teñida por la silenciosa niebla de la técnica; lleva a cabo un análisis de laalienación cuya vigencia hoy es indiscutible. En términos más próximos a los nuestros podríamos decir: se ha rebajado el lenguaje a la palabra vacía (habladurías), se ha bastardeado el deseo (afán o avidez de novedades) y se ha diluido la responsabilidad y la decisión (ambigüedad).
Esta caracterización se anticipa con sorprendente verosimilitud al status de los individuos en esta actualidad del mandamiento hacia el bienestar y de la masificación. Pero cuidado, ya no estamos refiriéndonos a aquella de Psicología de las masas…sino que hoy debemos tener en cuenta que lo masivo se da de una forma muy particular: todos participan de lo mismo, pero en soledad y a distancia. La masificación del goce se ha vuelto la rutina de las soledades.
Por otro lado, aquella exclusión del sujeto operada por la ciencia tiene ya correlato en las relaciones económicas, políticas, sociales, y en las consecuencias éticas: todo se apoya en una definición aritmética o estadística de los individuos. Y "…en la sociedad estadística, nadie debe tener secreto, ni el criminal ni el inocente (…). Siempre se habla de libertades y protección a los individuos, pero en realidad esas palabras ya no tienen sentido; la máquina de arrebatar lo íntimo ya está instalada"[1] .
Al psicoanálisis le corresponde hacerse cargo de aquellas soledades y de lo que persiste de lo íntimo.
Mientras tanto, las parcelas de lo real que insisten en no ser reducidas por lo simbólico -esto es, todo aquello que denominamos síntoma- , son hoy atormentadas por un intento de captura meramente imaginario. Es así, entonces, que todo síntoma trata de ser eliminado: por la comprensión desde el yo, por el consenso y también por la coerción. Hay que reducir todo lo que existe a lo útil.
Todo puede ser dicho, todo puede ser percibido, todo puede ser mostrado; esto equivale a: ya no hay derecho a lo íntimo. Y, en solidaridad con ello, predomina lo que alienta la ruptura y disolución de los lazos sociales.
En esta encrucijada tenemos al psicoanálisis como una especie de contracorriente que, además de tomar a su cargo el sujeto excluido por la ciencia, se ocupa, precisamente, de lo inútil: los sueños, los chistes, los actos fallidos -o, como diría Jacques Lacan, el goce, aquello que no sirve para nada-.
Continuemos con nuestro recorrido. Entre las innumerables secuelas de lo que acontece en este momento de la civilización tenemos los demoledores embates contra el lenguaje.
Sabemos el peso que se ha dado a todo aquello que priorice la imagen, lo imaginario. La riqueza del lenguaje, su cualidad de decir más de lo que dice, sus equívocos, sus indeterminaciones, son siempre peligrosas para aquellos que viven apegados a lo concreto o lo útil. La estrechez patética de las vías verbales o escritas de los medios no es sino una prueba más del aplastamiento a que el lenguaje es sometido pues se sabe que en sus matices, en su riqueza, radica su mayor potencia crítica.
Allí, el psicoanálisis, prosigue su tarea relativa al bien decir. No nos engañamos respecto al lenguaje, sabemos su potencia de ser funcional al goce. Pero también sabemos que la única vía posible de abordar y tratar el sufrimiento subjetivo es a través de la palabra, a través de lo simbólico. Para Freud y para el Lacan de los inicios de su enseñanza, el síntoma es curable: a través de la palabra poder arrancar su sentido. Más adelante, en Jacques Lacan, encontraremos que el síntoma está habitado tanto por el sinsentido como por el goce. Este efecto de goce proviene del campo del lenguaje, y sólo puede suprimírselo mediante la función de la palabra. Es decir, a través de los significantes posibilitar un despliegue diferente del sufrimiento y del goce.
Vivimos una época -la del discurso capitalista sin nada que se le oponga- donde el deseo ha sido obturado por la producción de más y más necesidades, esto es, la producción ilimitada de demandantes de goce. "Lo que llamamos discurso capitalista es, sin duda, una forma del discurso del amo, pero no es capaz de refrenar al superyó. Impera, más bien, al servicio del superyó". [2] Es un discurso que borra la singularidad, donde se diluye el poder de referente de los significantes amos por los cuales el sujeto podría hacerse representar. Es un pseudo discurso ya que en realidad se distingue por su corrosividad respecto de los lazos sociales.
El psicoanálisis, en cambio, plantea su práctica en función de "…obtener la diferencia absoluta, la que interviene cuando el sujeto, confrontado al significante primordial, accede por primera vez a la posición de sujeción a él"[3]. Es decir, va al encuentro de su singularidad, de lo incomparable. Y esto sólo es posible si esta singularidad es tomada en un discurso, o sea, en un lazo social. Si se elide el lazo social, la relación que queda es al Otro que, en sus diversas versiones, Lacan llama los Dioses oscuros.
Esta alianza entre capitalismo, ciencia y técnica, la precariedad de los lazos, mas la falta de ideales de referencia, lleva a los individuos a cierta posición canalla, sin signos de división subjetiva y sin acotamiento del goce.
La dependencia de los objetos del bien vivir se induce por doquier; la distancia al deseo parece fácilmente eliminable. Se ha creado así el consumidor ideal, distraído por los bienes de consumo masivos, anegado por un goce no sexual, no fálico y por tanto no fuera del cuerpo pero sí fuera del lenguaje.
Esto tiene su repercusión en la clínica: ya es muy difícil recibir un pedido de atención por alguna conmoción en lo referido a los ideales o el desfallecimiento de ciertos significantes amos, formas que son las típicas de lo que hemos caracterizado como sujeto del inconsciente. Hoy, los individuos, acuden por el desbordamiento de un goce -exceso o abstinencia de alguna sustancia-, por un rechazo respecto del Otro -como en los pasajes al acto- o la irrupción de lo real del cuerpo -como en los fenómenos psicosomáticos-.
Estas formas que predominan en la actualidad, muestran una variación enorme en lo referido al pedido de atención. Es patente la dificultad para hacer transitar el padecimiento por vía de los significantes, y, por ende, para hacer consistir una demanda -en muchas circunstancias las demandas provienen de alguna institución, de un familiar, etc., sin que el individuo sepa si quiere o no acudir-. Este déficit simbólico no es sino el correlato del desamarre del sujeto de la referencia fálica -no olvidemos que una de las características que Jacques Lacan le atribuye al discurso capitalista es, precisamente, la exclusión de la castración-.
Ante estas circunstancias ¿qué hacer desde el psicoanálisis?
Sabemos que el psicoanálisis está situado en el marco de lo que la ciencia deja fuera como imposible y de lo que el discurso capitalista excluye. Debemos preguntarnos cómo hacer frente a ese real, cómo no retroceder ante él aunque se presente bajo el modo del horror.
Vivimos inmersos en una chatura mesetaria donde impera el absoluto abaratamiento de los ideales transformados en meros gadgets momentáneos y a la mano, y, por ende, en el aplastamiento propio del aburrimiento en la impiadosa y monótona continuidad del todo es posible.
Jorge Luis Borges, en su relato El inmortal[4] expone magistralmente las consecuencias de un mundo sin aspiraciones -porque todo es posible en la infinitud de la inmortalidad-, un mundo de hastío, donde todo es tolerado, y con el desdén y la indiferencia como norte ya que en la inmortalidad no hay ideales ni hay deseos.
"Nadie es alguien, un solo hombre inmortal es todos los hombres" (…) "Entre los inmortales, (…) cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos (…) nada es preciosamente precario".
Preciosamente precario, he allí la cuestión. Apuntamos a una clínica que en la actualidad debe situarse en poder instalar algo de lo preciosamente precarioen ese mundo-espectáculo de los infatigables espejos.
Apuntamos a una clínica que pueda sostener la dignidad de aquello que se dice sin saber, lo secreto, porque, en palabras de Thomas Mann "…el hombre mismo es un secreto, y toda humanidad reposa en el respeto al secreto del hombre".[5]
El psicoanálisis aún. He allí precisamente el lugar que nos hemos asignado.
Aún significa: el resto no es silencio.


Milner, Jean Claude – "La máquina de arrebatar lo íntimo" – revista Dispar nº 6 – Grama ediciones, Buenos Aires 2006.
Miller, Jacques-Alain – El lenguaje, aparato del goce – Colección Diva – Buenos Aires, 2000.
Lacan, Jacques – Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis – Editorial Paidós – Buenos Aires, 1987
Borges, J.L., Prosa completa, "El inmortal", Editorial Bruguera, Vol. II, Barcelona 1980, págs. 19-20
Mann, Thomas, "Introducción a la Montaña Mágica" – Revista Analítica del Litoral nº 6 – Ediciones apeiron, Santa Fe, 1996.-

George Ivánovich Gurdjíeff

«Gurdjíeff mostró que la evolución del hombre [...] es el resultado del crecimiento [y desarrollo] interior individual; que tal apertura interior es la meta de todas las religiones, de todos los caminos, [...] pero que requiere un conocimiento directo y preciso, [...] pero que sólo se puede adquirir con la ayuda de algún guía con experiencia y a través de un prolongado estudio de sí y del trabajo sobre sí mismo».


Introducción de Perspectivas desde el mundo real. Málaga: Ed. Sirio, España, pág 8.

viernes, 30 de octubre de 2015

Las sendas de Oku


Ah, este camino
que nadie recorre,
excepto el crepúsculo.
Matsuo Bashō

BUSON




Shiraume ni


akaru yo bakari to


narinikeri



últimamente las noches




amanecen




blancas como la flor del ciruelo

Ono no Komachi


“El color de las flores

se va desvaneciendo:
Así pasa mi vida, vanamente,
envuelta en tristes pensamientos
viendo caer las largas lluvias”.


Matsuo Bashō- Haiku

Toshi kurenu / kasa kite waraji / hakinagara(1685)

Un año ha pasado / Una sombra de viajero en mi cabeza / 
Sandalias de paja a mis pies.


RESPIRAR

"...Llovió de noche y ahora las nubes se desplazan por el cielo. A veces caen algunas gotas.Estoy de pie bajo un manzano que está terminando de florecer, y respiro.No sólo el manzano, sino también los pastos que lo rodean,expanden aromas después de la lluvia, y no hay palabras para este sabor dulce y penetrante que impregna el aire.

Lo aspiro con todos mis pulmones, siento el aroma en todo mi pecho,respiro, ora con los ojos abiertos, ora con los ojos cerrados,no sé cómo es mejor...Tal vez esto sea la libertad, la única, pero la más apreciada libertad, de la cual nos priva la cárcel: respirar así, respirar aquí.Ninguna comida en la tierra, ningún vino, ni siquiera el beso de una mujer, me resultan más dulces que este aire, este aire embriagado con el florecimiento, la humedad, la frescura.

No importa que esto sea sólo un minúsculo jardín, encerrado entre las jaulas de fieras de las casas de cinco pisos.

Dejo de oír los escapes de las motocicletas, el aullido de los tocadiscos, los gritos de los altoparlantes.
Mientras se puede respirar después de la lluvia bajo un manzano, se puede vivir."

Alejandro Solyenitzin (Cuentos en miniatura)


lunes, 5 de octubre de 2015

La palabra maldita, Gabriela Mistral-

Después de la carnicería del año 14, la palabra "paz" saltaba de las bocas con un gozo casi eufórico: se había ido del aire el olor más nauseabundo que se conozca: el de la sangre, sea ella de vacunos, sea de insecto pisoteado o sea llamada "noble sangre del hombre".

La humanidad es una gran amnésica y ya olvidó eso, aunque los muertos cubran hectáreas en el sobrehaz de la desgraciada Europa, la que ha dado casi todo y va en camino, si no de renegar, de comprometer cuanto dio.
No se trabaja y crea sino en la paz; es una verdad de Perogrullo, pero que se desvanece apenas la tierra pardea de uniformes e hiede a químicas infernales.

Cuatro cartas llegaron este mes diciendo casi lo mismo:
La primera: -"Gabriela, me ha hecho mucho daño un sólo artículo, uno sólo, que escribí sobre la paz. Cobré en momentos cara sospechosa de agente de sueldo, de hombre alquilado".
Le contesto:
-Yo me conozco ya, amigo mío, eso de la "echada". Yo también la he sufrido después de veinte años de escribir en un diario, y de haber escrito allí por mantener la "cuerdecilla de la voz" que nos une con la tierra en que nacimos y que es el segundo cordón umbilical que nos ata a la Madre. Lo que hacen es crear mudos y por allí desesperados. Una empresa subterránea de sofocación trabaja día a día. Y no sólo el periodista honrado debe comerse su lengua delatora o consejera; también el que hace libros ha de tirarlos en un rincón como un objeto vergonzoso si es que el libro no es de mera entretención para los que se aburren, si él enfrenta a la carnicería fabulosa del Noreste.

Otra carta más: -"Ahora hay un tema maldito, señora, es el de la paz. Puede escribirse sobre cualquier asunto vergonzoso: defender el agio, los toros, la "fiesta brava" que nos exportó la Madre España, y el mercado electoral doblado por la miseria. Pero no se debe escribir sobre la paz: la palabra es corta pero fulmina o tira de bruces, y hay que apartarse del tema vedado como del corto-circuito eléctrico..."

Y otra carta aún dice: -"No tengo ganas de escribir nada. La paz del mundo era "la niña" de mis ojos. Ahora es la guerra el único suelo que nos consienten abonar. Ella es, además, el "santo y seña" del patriotismo. Pero no se apure usted; lo único que quiere el llamado "pueblo bruto" es que los dejen trabajar en paz la mujer y los hijos. Tienen ojos y ven, los pobres. Sólo que de nada les sirve el ojo claro que les está naciendo y hay que oirlos cuando los radios buscan calentar su sangre para llevarlos hacia el matadero fenomenal".

Y esta última carta: "Desgraciados los que todavía quieren hablar y escribir de eso. Cuídense del mote cualquier día cae encima de ustedes. Es un mote que si no mata estropea la reputación de llenador de cuartillas y a lo menos marca a fuego. A su amigo ya lo miran con ojo bizco, como diría usted.
La palabra "paz" es vocablo maldito. Usted se acordará de aquello de "Mi paz os dejo, mi paz os doy'. Pero no está de moda Jesucristo, ya no se lleva. Usted puede llorar. Usted es mujer. Yo no lloro: tengo una vergüenza que me quema la cara. Hemos tenido una "Sociedad de las Naciones" y después unas "Naciones Unidas" para acabar en esta quiebra del hombre.

¿Querrán esos, cerrándonos diarios y revistas, que hablemos como sonámbulos en los rincones y en las esquinas? Yo suelo sorprenderme diciendo como un desvariado el dato con seis cifras de los muertos".
(Ninguno de mis cuatro corresponsales es comunista)
Yo tengo poco que agregar a esto. Mandarlo en un "Recado", eso sí. Está muy bien dicho todo lo anterior; se trata de hombres cultos de clase media y estas palabras que no llevan al sesgo de las opiniones acomodaticias o ladinas, estas palabras que arden, son las que comienzan a volar sobre nuestra América. "¡Basta! -decimos- ¡basta de carnicería!.

Lúcidos están muchos en el Uruguay fiel, en el Chile realista, en la Costa Rica donde mucho se lee. El "error' se va volviendo el "horror".
Hay palabras que, sofocadas, hablan más, precisamente por el sofoco y el exilio y la de "Paz" está saltando hasta de las gentes sordas o distraídas. Porque, al fin y al cabo, los cristianos extraviados de todas las ramas, desde la católica hasta la cuáquera, tienen que acordarse de pronto, como los desvariados, de que la palabra más insistente en los Evangelios es ella precisamente, este vocablo tachado en los periódicos, este vocablo metido en un rincón, este monosílabo que nos está vedado como si fuera una palabrota obscena. Es la palabra por excelencia y la que, repetida hace presencia en las Escrituras sacras como una obsesión.

Hay que seguir voceándola día a día, para que algo del encargo divino flote aunque sea como un pobre corcho sobre la paganía reinante.
Tengan ustedes coraje, amigos míos. El pacifismo no es la jalea dulzona que algunos creen; el coraje lo pone en nosotros una convicción impetuosa que no puede quedársenos estática. Digámosla cada día en donde estemos, por donde vayamos, hasta que tome cuerpo y cree una "militancia de paz" la cual llene el aire denso y sucio y vaya purificándolo.

Sigan ustedes nombrándola contra viento y marea, aunque se queden unos tres años sin amigos. El repudio es duro, la soledad suele producir algo así como el zumbido de oídos que se siente en bajando a las grutas ... o a las catacumbas. No importa, amigos: ¡hay que seguir!





PAÍS DE LA AUSENCIA-Gabriela Mistral



A Ribeiro Couto

País de la ausencia

extraño país,
más ligero que ángel
y seña sutil,
color de alga muerta,
color de neblí,
con edad de siempre,
sin edad feliz.

No echa granada,

no cría jazmín,
y no tiene cielos
ni mares de añil.
Nombre suyo, nombre,
nunca se lo oí,
y en país sin nombre
me voy a morir.

Ni puente ni barca

me trajo hasta aquí,
no me lo contaron
por isla o país.
Yo no lo buscaba
ni lo descubrí.

Parece una fábula

que yo me aprendí,
sueño de tomar
y de desasir.
Y es mi patria donde
vivir y morir.

Me nació de cosas

que no son país;
de patrias y patrias
que tuve y perdí;
de las criaturas
que yo vi morir;
de lo que era mío
y se fue de mí.

Perdí cordilleras

en donde dormí;
perdí huertos de oro
dulces de vivir;
perdí yo las islas
de caña y añil,
y las sombras de ellos
me las vi ceñir
y juntas y amantes
hacerse país.

Guedejas de nieblas

sin dorso y cerviz,
alientos dormidos
me los vi seguir,
y en años errantes
volverse país,
y en país sin nombre
me voy a morir.


Ingmar Bergman- Persona (1966)- Elizabeth Vogler (personaje)

¿Crees que no lo entiendo? El desesperado sueño de la realidad, no de lo aparente sino de lo real. Consciente en todo momento, vigilante ante el abismo que hay ante lo que eres para los demás y lo que eres para tí misma. La sensación de vértigo y el deseo constante de ser descubierta por fin, de quedar expuesta en evidencia, quizá incluso aniquilada. Cada tono de voz oculta una mentira, cada gesto una falsedad, cada sonrisa una mueca. ¿Suicidarse...? No, no... Es muy feo. No es tu estilo, pero puedes quedarte inmóvil, en silencio, así al menos no mientes y puedes aislarte en tí misma, sin interpretar ningún papel, sin tener que exteriorizar gestos falsos. Eso crees, pero la realidad es retorcida. Tu escondite no es en absoluto hermético, la vida se filtra por todas partes. Te ves obligada a reaccionar. Nadie te pregunta si lo tuyo es real o irreal, si eres auténtica o eres falsa. Ese extremo sólo tiene importancia en el teatro y, a veces, ni tan siquiera allí. Yo te entiendo Elizhabet, entiendo tu silencio, tu inmovilidad, que refuerzes tu voluntad con ese fantástico sistema. Te entiendo y te admiro. Creo que deberías seguir en el papel hasta agotarlo por completo. Hasta que deje de ser interesante. En ese momento podrás dejarlo poco a poco... como tus otros papeles.


viernes, 2 de octubre de 2015

Marguerite Duras Moderato cantabile (fragmento)

Ella hizo entonces lo que él no pudo hacer. Se acercó a él lo bastante cerca como para que sus labios pudieran alcanzarse. Sus labios permanecieron los unos sobre los otros, rozándose, a fin de que quedara hecho y siguiendo el mismo rito mortuorio que sus manos, un instante antes, frías y temblorosas. Quedó hecho.
Llegaba ya de las calles circundantes un rumor quedo, entrecortado de llamadas serenas y alegres. El arsenal había abierto sus puertas a ochocientos hombres. No quedaba muy lejos de allí. La dueña encendió la estantería luminosa encima de la barra, aunque el atardecer fuera deslumbrante. Tras una vacilación, se acercó a ellos, quienes ya no decían nada y les sirvió más vino, sin que ellos se lo hubieran pedido, con una postrera solicitud. Luego permaneció allí tras haberles servido, cerca de ellos, no obstante todavía juntos, buscando qué decirles. No encontró nada, se alejó.
-Tengo miedo -dijo de nuevo Anne Desbaresdes.
Chauvin no contestó.
-Tengo miedo -gritó casi Anne Desbaresdes.
Chauvin siguió sin responder. Anne Desbaresdes se dobló casi hasta tocar la mesa con la frente y aceptó el miedo.
-Vamos a quedarnos en donde estamos -dijo Chauvin. Añadió-: Debe ocurrir a veces.
Entró un grupo de obreros quienes ya les habían visto. Evitaron mirarles, al corriente como estaban ellos también, al igual que la dueña y toda la ciudad. Un coro de conversaciones distintas, ensordecidas por el pudor, lleno de café.
Anne Desbaresdes se incorporó y procuró una vez más, por encima de la mesa, acercarse a Chauvin. 
"

Los ojos azules pelo negro (fragmento) Marguerite Duras

Por la mañana ella va hacia la pared. Y sigue durmiendo toda la noche. El no la despierta. No le habla. Ella se marcha cuando se levanta el día. Las sábanas están dobladas. La luz encendida. El duerme, no la oye marchar.
Él se queda en la habitación. El miedo, de pronto, de ser abandonado.
Hay tormenta. El se queda allí, no apaga la araña, permanece en la luz.
La noche de este día ella no está ahí. La hora de su llegada ha pasado. El no duerme. La espera para matarla, así cree, con sus manos, matarla.
Ella llega en plena noche, muy tarde, es casi el alba. Dice que llega tarde debido a la tormenta. Se dirige hacia la pared del mar, siempre a aquel mismo lugar. Cree, sin duda, que él no duerme. Tira la ropa al suelo, como hace de costumbre, siempre con este precipitarse hacia el sueño. Se coloca en las sábanas, se vuelve hacia la pared. De un golpe cae, duerme.
Cuando ella se ha dormido es cuando él le habla. Le dice que la echará antes de que termine el plazo que había sido previsto. Ella no lo oye, se diría; no oye nada.
Él llora.
Él no llora excepto cuando ella está ahí, en este lugar que es sólo suyo y ella ha invadido. El no llora excepto en este caso; en el caso de que ella esté no queriendo él que estuviera, a no ser que él lo ordenara. Muy pronto el llanto se convierte en algo sin razón de ser, al igual que el sueño. Él llora como ella duerme. A veces ella, ella llora durante la noche, sin ruido.
Una vez se ha dormido, oculta entre las sábanas, él ha sentido sin duda deseos de servir a aquella mujer, de ir a ver el interior de la cavidad caliente de sangre, de gozar de ella con un goce irregular, indigno. Pero para hacer esto hubiera sido necesario que ella estuviera muerta, y él había olvidado matarla.
Él le dice que ha mentido respecto a las razones de su retraso. Esta palabra sigue acudiendo a su boca: mentir. La prueba está en que ella duerme. Él puede hablar, desde luego, ella duerme, miente como mienten las demás mujeres, duerme.
El grita: mañana dejará la habitación para siempre. Quiere estar tranquilo. Tiene más cosas que hacer que de policía en su propia casa. Cerrará la puerta y ella no volverá a entrar.
Apagará las lámparas para que crea desierto el lugar. Le dirá: no merece la pena venir, nunca más.
Él cierra los ojos. Intenta oír, ver: la habitación está oscura. No se filtra luz alguna por debajo de la puerta. Ella llama, él no contesta, entonces ella le grita que abra. Ella no sabe su nombre, pide que le abran la puerta. Soy yo, abra. Él puede imaginársela sola por la ciudad o entre las gentes que pasan; lo ha hecho ya, la ha imaginado ya, cuando acude, por ejemplo, y es oscuro. Pero no puede imaginarla delante de la puerta cerrada. Inmediatamente lo sabría, ella. Es así, comprende en seguida que la puerta cerrada es una ficción. Sin duda lo sabría en cuanto viera que ya no hay luz.
Él se equivoca. Vuelve a empezar: No, ella no gritará, se irá sin haber llamado a la puerta. Y para no volver. El gesto de matar, de abandonar para siempre, de irse para siempre, en caso de que se produjera, lo haría ella. Al mirarla dormir, de pronto, él lo sabe: es un ser que no vuelve porque es alguien que cree lo que le dicen. Por lo mismo duerme, lo cree.
Él duerme largo rato. Cuando se despierta, es avanzada la mañana. Pleno sol. Se ve por los recortes de la puerta, se filtra su espuma, de un brillo de acero.
Ella no está ya en la habitación. 
"

Marguerite Duras

La soledad de la escritura es una soledad sin la que el escribir no se produce, o se fragmenta exangüe de buscar qué seguir escribiendo. Se desangra, el autor deja de reconocerlo. * Alrededor de la persona que escribe libros siempre debe haber una separación de los demás. Es una soledad. Es la soledad del autor, la del escribir. Para empezar, uno se pregunta qué es ese silencio que lo rodea. Y prácticamente a cada paso que se da en una casa y a todas horas del día, bajo todas las luces, ya sean del exterior o de las lámparas encendidas durante el día. Esta soledad real del cuerpo se convierte en la, inviolable, del escribir. Nunca hablaba de eso a nadie. En aquel periodo de mi primera soledad ya había descubierto que lo que yo tenía que hacer era escribir. Raymond Queneau me lo había confirmado. El único principio de Raymond Queneau era éste: “Escribe, no hagas nada más.”


JACQUES LACAN. "Homenaje a Marguerite Duras, del Rapto de Lol V. Stein" (1965)


Del rapto: esta palabra se nos vuelve enigma. Que Lol V. Stein la determine: ¿la hace subjetiva u objetiva? Raptada. Se evoca el alma y obra la belleza. De este sentido al alcance de la mano nos libraremos como se pueda, con el símbolo.
Raptora es también la imagen que nos impondrá esa figura de la herida, la exilada de las cosas, a quien no se atreve uno a tocar, pero que hace de uno su presa.
No obstante, los dos movimientos se anudan en una cifra que se revela en ese nombre sabiamente Conformado por los contornos de la escritura: Lol V. Stein.
Lol V. Stein: alas de papel, V, tijeras, Stein, la piedra en este juego de la mor-ra*1 te pierdes.
Uno contesta: O, boca abierta ¿qué quiero dando tres saltos sobre el agua, fuera del juego del amor, dónde me zambullo?
Este arte sugiere que la raptora es Marguerite Duras y nosotros los raptados. Pero si, apretando el paso tras los pasos de Lol, que resuenan *2 a lo largo de su novela los oímos detrás nuestro sin habernos encontrado con nadie, ¿será que su criatura se desplaza entonces por un espacio desdoblado? ¿O será que uno de nosotros pasó a través del otro, y quién, ella o nosotros, se dejó atravesar?
Por lo que se ve hay que anudar de otra manera la cifra: para asirla hay que contarse de a tres.
Más bien lean.
La escena -y la novela entera no es más que su rememoración es propiamente el rapto de dos en una danza que los suelda y ante los ojos de Lol, tercera, junto con todos los del baile, padece en él el rapto de su novio por aquella que sólo tuvo súbita que aparecer.
Y para palpar qué busca Lol a partir de ese momento se nos ocurre hacerle decir un "yo me dos" , conjugando doler con Apollinaire.
Pero, precisamente, ella no puede decir que sufre.
Se pensará, según algún cliché, que Lol repite el acontecimiento. Pero hay que examinar las cosas en detalle
Visto de lejos se reconoce el acontecimiento en ese acecho, al que desde ahora Lol volverá muchas veces, de una pareja de amantes en la cual encontró como por azar quien fue antes del drama su amiga íntima y que le prestaba asistencia a su hora: Tatiana.
Lo que allí se rehace no es el acontecimiento sino u nudo. Lo que este nudo encierra es propiamente lo que rapta, pero de nuevo ¿a quién?
Lo menos que puede decirse es que la historia aquí pone a alguien en el otro platillo de la balanza, y no sólo porque Marguerite Duras lo convierta en la voz del relato: el otro integrante de la pareja. Su nombre, Jacques Hold.
Porque tampoco él es lo que parece ser cuando digo: la voz del relato. Es más bien, y mucho más, su angustia. Y aquí vuelve de nuevo la ambigüedad: ¿su angustia o la el relato?
En todo caso no es simplemente el que muestra la maquinaria, sino más bien una de sus piezas, que no sabe todo de cuanto lo sujeta a ella.
Esto da pie a que presente a Marguerite Duras, y tengo por cierto su consentimiento, en un tercer ternario, uno e cuyos términos es el rapto de Lol V. Stein, tomado como objeto en su nudo mismo, y donde yo hago de tercero, al introducir un rapto decididamente subjetivo esta vez.
Esto no es un madrigal sino un límite metódico que me propongo afirmar aquí en su valor negativo y positivo. Un objeto es término de ciencia, por ser perfectamente calculable, y recordar su estatuto debería poner término a algo que al fin y al cabo hay que llamar por su nombre: la patanería, digamos la pedantería, de cierto psicoanálisis. Esta faceta de sus esparcimientos, por ser visible, esperamos, para los que se arrojan en ella, debería servir para señalarles que están cayendo en algo necio: atribuir, por ejemplo, la técnica confesa de un autor a alguna neurosis: patanería, y demostrarlo como la adopción explícita de los mecanismos que constituyen su edificio inconsciente: necedad. Pienso, aunque la propia Marguerite Duras me entera de que no sabe de toda su obra de dónde le viene Lol y aunque pueda yo entreverlo por lo que me dice en la frase siguiente, pienso que un psicoanalista sólo tiene derecho sacar una ventaja de su posición, aunque ésta por tanto sea reconocida como tal: la de recordar con Freud, que en su materia, el artista siempre le lleva la delantera
que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino.
Reconozco esto en el rapto de Lol V. Stein, en el que Marguerite Duras evidencia saber sin mí lo que yo enseño.
Con lo cual no perjudico su genio al apoyar mi crítica en la virtud de sus recursos.
Que la práctica de la letra converja con el uso del inconsciente, es lo único de lo que quiero dar fe al rendirle homenaje.
A quien lea estas líneas a la luz de las candilejas a punto de extinguirse o de volverse a encender, o aun desde esas orillas del futuro hasta las cuales Jean-Louis Barrault, con estos Cahiers, busca hacer llegar la conjunción única del acto teatral, le aseguro que en el hilo que voy a desovillar no hay nada que no siga al pie de la letra el rapto de Lol V. Stein, y que otro trabajo realizado, hasta hoy en mi escuela, no le permita puntuar. Además, más que dirigirme a ese lector, más bien me excuso de su fuero para ejercitarme con ese nudo que destuerzo.
Debe tomarse en la primera escena donde Lol es despojada de su amante, como de un vestido, propiamente Es decir, que debe entonces seguirse en el tema del vestido, que aquí sustenta el fantasma al que se prende Lol en el tiempo siguiente, de un más allá cuya palabra clave no supo descubrir, esa palabra que, al cerrar las puerta tras ellos tres, la hubiese conjugado con el momento en que su amante levantara el vestido , el vestido negro de mujer, y descubriera su desnudez. ¿Llega esto entonces más allá? Sí, llega a lo indecible de esta desnudez que se insinúa hasta remplazar su propio cuerpo. Aquí todo se detiene.
¿No basta esto para reconocer lo que le pasó a Lol, que Revela lo tocante al amor?; o sea, a esa imagen, imagen de sí mismo, con que el otro nos reviste y que nos vise, y que nos deja, cuando nos despojan de ella ¿ser qué debajo? ¿Qué decir de ello cuando esa noche era para ti, Lol, toda entregada a tu pasión de diecinueve años, tu puesta de largo y la desnudez que llevabas puesta daba a tu traje su esplendor?
Lo que te queda entonces es lo que decían de ti cuando ras niña, que nunca estabas del todo ahí.
Pero ¿qué es pues esa vacuidad? Cobra entonces un sentido: fuiste, sí, por una noche y hasta el amanecer en que algo en ese lugar cedió: el centro de las miradas.
¿Qué esconde esta locución? El centro no es igual en todas las superficies. Único en una meseta, en todas partes en una esfera, en una superficie más compleja puede llegar a formar un nudo bien raro. El nuestro.
Pues tú sientes que se trata de una envoltura, por no tener ya ni adentro ni afuera, y que en la costura de su centro se vuelven todas las miradas en la tuya, que es la tuya la que las satura, y que para siempre, Lol reclamarás de todos los que pasan. Sigan el paso de Lol que atrapa cuando pasa de uno a otro ese talismán del que cada cual se descarga con prisa como de un peligro: la mirada. Toda mirada será la tuya, Lol, como Jacques Hold fascinado se dirá él mismo dispuesto a amar a "toda Lol". Hay una gramática del sujeto en la que se puede acoger este rasgo genial. Regresará en una pluma que lo señaló para mí. Compruébenlo, por todas partes en la novela está esa mirada. Y la mujer del acontecimiento es muy fácil de reconocer porque Marguerite Duras la pinta como no-mirada. Enseño que la visión se escinde entre la imagen y la mirada, y el primer modelo de la mirada es la mancha de donde se deriva el radar que ofrece a la extensión la paropia del ojo.
Mirada es algo que se despliega a pinceladas sobre el lienzo, para hacerlos deponer la vuestra ante la obra del pintor.
Se dice que algo los atañe*3 cuando algo requiere vuestra atención
Pero el asunto es más bien obtener la atención de lo que los atañe, de lo que los mira. Pues no conocen ustedes la angustia de lo que los atañe, de lo que los mira sin mirarlos.
Es la angustia que se apodera de Jacques Hold cuando, desde la ventana del hotel de citas donde espera a Tatiana, descubre, en el lindero del sembradío de centeno que está enfrente, a Lol acostada.
Su agitación pánica, violenta o bien soñada ¿tendrán tiempo de pasarla al registro de lo cómico, antes de que Jacques se reconforte significativamente al decirse que sin duda Lol lo ve? Se calma un poco más solamente, al configurar ese segundo tiempo por el que ella se sepa vista por él.
Aun tendrá que mostrarle, en la ventana, propiciatoria, a Tatiana, sin conmoverse en lo más mínimo de que ésta no se haya percatado de nada, cínico por haberla y sacrificado a la ley de Lol, puesto que con un vigor redoblado se afanará con su amante con la certeza de obedecer al deseo de Lol, haciéndola zozobrar con esas palabras de amor cuyas compuertas sabe es la otra quien las abre, pero palabras cobardes que también siente que no querría para ella.
Sobre todo, no se equivoquen acerca del lugar aquí de la mirada. No es Lol quien mira, aunque más no fuese por el solo hecho de que no ve nada. Ella no es el voyeur, el mirón. Lo que suceda la realiza.
El lugar de la mirada se demuestra cuando Lol la hace surgir en su estado de objeto puro, con las palabras que hacen falta, para Jacques Hold, todavía inocente.
"Desnuda, desnuda bajo sus cabellos negros", estas palabras en labios de Lol engendran el paso de la belleza de Tatiana a la función de mancha intolerable que pertenece a ese objeto.
Esta función es incompatible con el mantenimiento de la imagen narcisista en la que los amantes tratan de contener su enamoramiento, y Jacques Hold de inmediato siente su efecto.
Desde entonces es legible que, dedicados a realizar el fantasma de Lol, serán cada vez menos uno y otro.
No es su división de sujeto, manifiesta en Jacques Hold, lo que nos retendrá ya más tiempo, es más bien lo que él es en ese ser de a tres en el que Lol se suspende, plantando sobre su vacío el "yo [je] pienso" de sueño desagradable que constituye la materia del libro. Pero, al hacerlo, Jacques Hold se contenta con darle una conciencia de ser que se sostiene fuera de ella, en Tatiana.
Pero es verdaderamente Lol quien organiza este ser de a tres. Y porque el "yo [je] pienso" de Jacques Hold llega a obsesionarla con un cuidado demasiado cercano, al final de la novela, por el camino por donde él la acompaña en un peregrinaje al lugar del acontecimiento, Lol se vuelve loca.
De esto , en efecto , hay señales en el episodio, pero quiero dar fe de que me viene de Marguerite Duras.
Porque la última frase de la novela, que hace retornar a Lol al sembradío de centeno, me parece constituir un final menos decisivo que esta observación. En ella se adivina la advertencia contra lo patético de la comprensión. Ser comprendida no le conviene a Lol, a quien no se salva del rapto.
Más superfluo resulta mi comentario acerca de lo que hace Marguerite Duras al dar existencia de discurso a su criatura.
Pues el propio pensamiento, con que yo le restituiría su saber, sería incapaz de estorbarla con la conciencia de ser en un objeto, puesto que ese objeto, ya Marguerite Duras lo recuperó con su arte.

Es este el sentido de esa sublimación que todavía deja aturdidos a los psicoanalistas, porque al legarles el término, Freud se quedó con la boca cerrada.
Sólo les advirtió que la satisfacción que entraña no debe considerarse como ilusoria.
No lo dijo lo bastante alto, sin duda, ya que, gracias a ellos, el público está convencido de lo contrario. Ya es mucho si no llegan a profesar que la sublimación se mide para el escritor por el número de ejemplares vendidos.
Y es que aquí desembocamos en la ética del psicoanálisis, cuya introducción en mi seminario constituyó la nea divisoria de la plancha frágil de su platea.
Y no obstante, delante de todos ellos confesé un día que todo el año había tenido apretada en mi mano, en la invisibilidad, la mano de otra Marguerite, la del Heptamerón. No es vano que encuentre aquí esta eponimia.
Porque me parece natural reconocer en Marguerite Duras la caridad severa y militante que anima las historias de Marguerite d'Angoulème, cuando uno las puede leer sin el lastre de algunos de los prejuicios que el tipo de instrucción que recibimos nos inculca, cuya misión expresa es la de velarnos la verdad . En este caso, la idea del cuento "galante" . Lucien Febvre, en una obra magistral, trató de denunciar este engaño .
Y me detengo en lo que Marguerite Duras me da fe de haber recibido de sus lectores, un asentimiento que la impresiona, unánime en lo que respecta a este extraño nodo de amor: el amor que el personaje que señalé cumple aquí la función, -no del recitante, sino del sujeto- trae como ofrenda a Lol, una tercera que dista mucho sin duda de ser la tercera excluida.
Me alegro por esta prueba de que la seriedad conserva aún algún derecho después de cuatro siglos, durante los cuales la mojigatería se ha dedicado a utilizar la novela para girar a cuenta de la ficción la convención técnica del amor cortés, para solamente encubrir el déficit, que esta convención protegía verdaderamente, de la promiscuidad del matrimonio.
Y el estilo que usted despliega, Marguerite Duras, en su Heptamerón, hubiera quizá facilitado los caminos por los cuales el gran historiador antes nombrado se esforzaba en comprender algunas de esas historias que él considera tal como se nos dan: como historias verdaderas.
Las múltiples consideraciones sociológicas que se refieren a las variaciones de una a otra época de la pena de vivir, son de poca monta comparadas con la relación de estructura que, por ser del Otro, el deseo entabla con el objeto que lo causa.
Y la aventura ejemplar en la que el Amador de la historia X, que no es ningún monaguillo, se dedica hasta la muerte a un amor, para nada platónico aunque sea imposible, parecería un enigma menos opaco si no se mirara a través de los ideales del happy end victoriano.
Pues el límite donde la mirada se vuelve belleza, lo he descrito: es el umbral del entre-dos-muertes, lugar que he definido y que no es simplemente lo que creen quienes están lejos de él: el lugar de la desdicha.
Por lo que conozco de su obra, Marguerite Duras, me parece que en torno a este lugar gravitan los personajes que usted sitúa en nuestro vulgo, para mostrarnos que en todas partes existen nobles equivalentes a esos hombres gentiles y a esas damas gentiles de las antiguas lides, igualmente valientes para arrojarse, aunque estén atrapados en los espinos del amor imposible de domesticar, hacia esa mancha, nocturna en el cielo, de un ser ofrecido a la merced de todos. . . , a las diez y media de la noche en verano.
Sin duda no puede usted socorrer a sus creaciones nueva Marguerite, con el mito del alma personal. Pero la caridad sin muchas esperanzas con que usted las anima ¿no es acaso producto de la fe que usted tiene de sobra, cuando celebra las bodas taciturnas de la vida vacía con el objeto indescriptible?

NOTAS
*1 Lacan juega con la homofonía entre jeu de la mourre (juego de la morra) y jeu de l'amour (juego del amor). [N. T.]

*2 Cabe recordar que en múltiples oportunidades Lacan juega con el término francés résonne (resuena) y su homofonía con raison (razón) . [N. T. ]

*3 Lacan juega aquí con la multivocidad del verbo regarder que la expresión ça vous regarde (algo les atañe o les concierne) homónimo con regard (mirada). [N. T.]

viernes, 25 de septiembre de 2015

Fragmentos de "La mujer justa" de Sandor Marai:


"Hace falta mucho valor para dejarse amar sin reservas. Un valor que es casi heroísmo. La mayoría de la gente no puede dar ni recibir amor porque es cobarde y orgullosa, porque tiene miedo al fracaso. Le da vergüenza entregarse a otra persona y más aún rendirse a ella porque teme que descubra su secreto… el triste secreto de cada ser humano: que necesita mucha ternura, que no puede vivir sin amor. No fui lo bastante valiente para la mujer que me amaba, no supe aceptar su cariño, me daba vergüenza. En aquellos tiempos no sabía lo que sé hoy…que no hay nada de lo que avergonzarse en la vida excepto de la cobardía, que hace que uno no sea capaz de dar sentimientos o no se atreva a aceptarlos.”

“…Un día me incorporé en la cama y sonreí. Ya no sentía dolor. Y de golpe comprendí que la persona justa no existe. Ni en el cielo ni en la tierra, ni en ningún otro lugar. Simplemente hay personas, y en cada una hay una pizca de la persona justa, pero ninguna tiene todo lo que esperamos y deseamos. Ninguna reúne todos los requisitos, no existe esa figura única, particular, maravillosa e insustituible que nos hará felices. Sólo hay personas. Y en cada una hay siempre un poco de todo, es a la vez escoria y un rayo de luz… sin duda es cierto que no existe la persona justa y que las ilusiones se desvanecen, pero yo lo amo y eso es distinto. Cuando uno ama a alguien siempre se le sobresalta el corazón al verlo o al oír algo sobre él. En resumen, creo que todo pasa, menos el amor. Aunque eso no tiene ningún sentido práctico.”

miércoles, 16 de septiembre de 2015

AFUERA ADENTRO: FREUD

AFUERA ADENTRO
Lo real Lo no real, lo representado
lo subjetivo 



Toda re-presentación proviene de percepciones, esto implica que la existencia de la representación es una carta de ciudadanía. Acredita la realidad de lo representado.
La oposición entre lo subjetivo y lo objetivo -nos dice Freud- se establece porque el pensar tiene la capacidad de volver a hacer presente re-produciendolo en la representación, algo que una vez fue percibido, para lo cual no hace falta que el objeto siga estando ahí afuera.[7]
EL EXAMEN DE REALIDAD: Freud plantea que el fin primero de este examen no es hallar en la percepción objetiva (real) un objeto que corresponda a lo representado, sino re-encontrarlo, convencerse de que todavía está ahí. Luego plantea una condición para que se instituya el examen de realidad: tienen que haberse perdido objetos que antaño procuraron una satisfacción objetiva (real).
CONCLUSIONES
En el texto que nos ocupa la «Ausstossung», la expulsión, que realiza el juicio de atribución, es anterior a la introyección.
Freud nos va a plantear que la polaridad entre la expulsión y la introyección se corresponde con los dos grupos pulsionales.Dice que la afirmación (Bejahung) es sustituto de la introyección y por lo tanto pertenece a Eros (pulsiones de vida) mientras que la negación es sucesora de la expulsión y por lo tanto corresponde a la pulsión de muerte.



De estas dos operaciones, que no son equivalentes, podemos concluir que la actividad muda de la pulsión de muerte es el fundamento del pensamiento. ¿Por qué? Porque, lo incluido en la simbolización primordial (ligada con la afirmación), esta siempre circunscrito por la expulsión («Ausstossung»), por lo tanto debe ser restituido respecto a los alcances siempre activos de la no aceptación. Para ello es preciso «sublimar» la aniquilación. Esta se define mediante las pulsiones de destrucción como expulsión, el modo simbólico la transforma en (de)negación («Verneinung»). La recuperación lograda por ésta implica reducir los efectos de la represión, y de esta manera superar los alcances de la no aceptación, que reflejan la incidencia aniquiladora de las pulsiones de destrucción en el extremo narcisista del yo-placer («Lust-Ich). La represión, entonces, se ubica entre el rechazo propio de la expulsión y el reconocimiento promovido a través de la (de)negación, como levantamiento parcial de la represión que deja un resto de no aceptación. 
En cuanto al objeto podemos decir que la pérdida de éste es condición para que se instituya la prueba o examen de realidad, y a la vez es equivalente a la quiebra de la captura narcisista. Esta posición se encuentra bajo el dominio del objeto especular (yo ideal). Esto permite el pasaje de la condición narcisista del objeto a la condición objetal[8] .La condición objetal está marcada por la pérdida, el momento de la pérdida del objeto que se era (yo identificado al Ideal, yo ideal) es el momento de la constitución del objeto vía el re-encuentro. Este objeto se constituye en relación al otro pre-histórico, al semejante (complejo del prójimo), a Das Ding, esa cosa del mundo que una vez, antaño, produjo una satisfacción real. La paradoja es que este objeto que se pierde nunca existió, porque nunca selo tuvo. Tal como afirmamos más arriba se era ese objeto en términos de identificación. Al estar el sujeto cautivado por la imagen especular [9] ésta es objeto por sustracción.El otro, la función cautivante, fascinante de la imago[10] , excluye al objeto; sin embargo esa relación de exclusión lo mantiene ligado. Inversamente la imago no podría sostenerse sino sobre ese horizonte de un objeto que siempre se escapa. Entonces el objeto se constituye como perdido, porque nunca existió, y este es el objeto del que se trata en la perspectiva freudiana. Objeto al que la pulsión contorneará para lograr una satisfacción que siempre dejará como saldo una insatisfacción. Tal objeto contorneado es de doble índole. Por un lado es el puro vacío, verdadero objeto de la pulsión, que es el mismo que el objeto a causa del deseo: una pura falta que motoriza un movimiento. Objeto que el deseo intentará re-encontrar por la única vía que tiene: la de los signos (en el sentido de Peirce). A veces se generará la ilusión de ese reencuentro, pero rápidamente se producirá la des-ilusión. Este es el objeto que se desplazará continuamente, metonímicamente, por la cadena significante inconciente, en términos de Lacan, por los representantes de las representaciones (Vorstellungreprasentanz) inconcientes, en palabras de Freud.



Notas
Aquí conviene recordar que la inscripción freudiana tiene un estatuto de metáfora y es correlativa de la hipótesis del inconciente como defensa. Esto es que "el aparato dispone de una protección antiestímulo externa, destinada a rebajar la magnitud de las excitaciones advinientes". Dicho de otra manera lo que se inscribe es un cifrado de goce, una manera de tramitar un exceso. Para aclarar est Esto recurriremos a la carta 52 (6/12/1896) de la correspondencia Freud-Fliess. En ésta Freud plantea una estratificación sucesiva del psiquismo, que supone que las impresiones perceptivas y la memoria, que se excluyen mutuamente, están sometidos a un reordenamiento permanente, según nuevos nexos, y que estos se dan por retranscipciones (Umschrift). Luego dice Freud: “Lo esencialmente nuevo en mi teoría es, entonces, la tesis de que la memoria no preexiste de manera simple, sino múltiple, está registrada en diversasvariedades de signos. Luego realiza el siguiente diagrama (que anticipa a los que va a realizar en el Cap. VII de La inteterpretación de los sueños): 




P: Percepciones; Ps: signos de percepción, es la primera transcripción, la primera fijación;Ic: Inconciente, es la segunda transcripción; Prc: preconciente es la tercera transcripción.Esta manera de entender el inconciente se opone a imaginar el inconciente como una tabla donde todo se graba. Esta última manera de representar el inconciente es una fantasía obsesiva.
Goce: Término introducido por el psicoanalista francés Jacques Lacan
El goce es el nombre dela “materia prima”(percepción bruta de masas en movimiento) que lo inconciente debe procesar, apalabrar, desplazar, condensar, metaforizar. “Es el motor” del sistema inconciente. Es el nombre de lo que pone en marcha la compulsión a la repetición. Es la forma de nombrar ese “núcleo de nuestro ser”, “el ombligo del sueño”, ese “extranjero interior”, esa “extimidad”. Entonces el goce es la forma de nombrar esa energía, de la más pulsional de las pulsiones: la pulsión de muerte. Es también nombrar tanto la tensión interna del sistema inconciente, como la aspiración a la felicidad absoluta, el sentimiento oceánico del poeta(discutido por Freud en El malestar en la cultura). Es ese “más allá...” antiecónomico del principio del placer. Es, para decirlo todo, la forma de nombrar lo innombrable, lo que no tiene representación, lo que está fuera del lenguaje: la Cosa misma 
2 Prototipo inconciente de personajes que orienta electivamente la forma en que el sujeto aprehende a los demás; se elabora a partir de las primeras relaciones intersubjetivas, reales y fantaseadas, con el ambiente familiar. El conceptode imago se lo debemosa Carl G. Jung (Metamorfosis y símbolos de la líbido, 1911). La imago y el complejo son conceptos afines; ambos guardan relación con el mismo campo: las relaciones del niño con su ambiente familiar, y social. Pero el complejo designa el efecto que ejerce sobre el sujeto el conjunto de la relación interpersonal, mientras que la imago designa la pervivencia imaginaria de alguno de los participantes en aquella situación. Con frecuencia se define la imago como una representación inconciente; pero es necesario ver en ella, más que una imagen, un esquema imaginario adquirido, un clisé estático a través del cual el sujeto se enfrenta a otro. Por consiguiente, la imago puede objetivarse tanto en sentimientos y conductas como en imágenes. Añadamos que no debe entenderse como un reflejo de lo real, ni siquiera más o menos deformado; es por ello que la imago de un padre terrible puede muy bien corresponder a un padre débil. (Diccionario de psicoanálisis de Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pomtalis).
[1] Ver Nota al final del texto. 
[2] Más allá del principio del placer es un texto clave en el sentido de leer las partituras freudianas desde la clave que él nos ofrece.
Entonces primero leamos las modificaciones que introduce el propio Freud. En« El yo y el ello» realiza una modificación de la teoría del narcisismo como consecuencia de la articulación que realiza de la dos clases de pulsiones. El descubrimiento de la agresividad como inherente a toda identificación narcisista lo lleva a romper con la noción de necesidad orgánica y esto abre las puertas a un psicoanálisis liberado del modelo de las relaciones de un organismo con el mundo exterior.
En consecuencia un primer momento:«El narcisismo es detenido en su desarrollo porque el organismo sufre de necesidades que no puede satisfacer por sí mismo y así se dirige a un mundo exterior del que demanda ayuda(«Pulsiones y sus destinos», pág.2049. Nota 1392).
Luego las necesidades perentorias son -para el yo- las pulsionales y ya no hay referencia al modelo del hambre o la conservación. («El yo y el ello». Pág. 2721).
Entre un texto y otro se encuentra «Más allá...». 
El yo-real, ahora, se opone al no-yo y este no-yo, no lleva al mundo exterior. Sino que hay que entender el no-yo como el ello.
Otro dato, en «El problema económico del masoquismo», texto de 1924, Freud afirma la anterioridad lógica de la pulsión de muerte.
[3] Conviene recordar que el sujeto freudiano es un sujeto dividido. El término alemán es spaltung. La sapaltung del Yo Freud la plantea como consecuencia de sus reflexiones sobre el fetichismo, en el artículo "La escición del yo en el proceso defensivo". 
[4] Proyectar es mantener algo en lo exterior para no reconocerlo. Para desconocerlo.
[5] "El yo es sobre todo una esencia cuerpo; no sólo una esencia superficie, sino él mismo, la proyección de una superficie". S. Freud, El yo y el ello. Aquí podemos sacar una primera conclusión: El yo se contituye a partir del objeto. Es decir, el yo es el reultado de una operación que determina un espacio. 
[6] Exterioridad que se inventa, se crea por proyección, de ningún modo dato real frente al que un aparato perceptivo reacciona adecuadamente o inadecuadamente.
[7] Hay una modificación en relación al modelo de la Interpretación de los sueños,o del Proyecto..., cuando utilizó el esquema del deseo alucinado donde el yo funcionabacomo la medida decomparación de la que habría de surgir cierta objetividad. Ahora la existencia de una imagen es ya una garantía de la realidad de lo representado. La antítesis de lo objetivo y lo subjetivo no existe desde un comienzo.
[8] La condicón objetal alude al objeto del que se trata en psicoanalisis. Esta noción de objeto se opone a cualquier concepción ingenua, a cualquier concepción de un objeto situable con rapidez a nivel fenomenológico. El objeto del que trata el psicoanalisis siempre se presenta como perdido, como desecho, como parte separada y como representativo de esa parte en calidad de separada. Es lo que se conoce como objetos parciales ( seno, heces, pene etc.). Lo importante no es el contenido de cada uno de esos elementos, sino lo que en esos cortes se insinúa de pacialidad. Parcialidad implicada en calidad de objeto a en la circulación del deseo. Circulación sostenida en la metonimia.
[9] La imagen especular es la que se constituye durante el Estadio delespejo. ¿Qué es este estadio? Es el momento en que el niño reconoce su propia imagen. Pero el estadio del espejo no se limita de ningún modo a connotar un fenómeno que se presenta en el desarrollo del niño. Ilustra el carácter conflictivo de la relación dual. Todo lo que el niño captaal quedar cautivo de su propia imagen es precisamente la distancia que hay entre sus tensiones internas y la identificación con dicha imagen. Es decir cierto nivel de tendencias, experimentadas –en determinado momento de la vida , entre el 6º y el 18º mes.- como desconectadas, discordantes, fragmentadas –y de esto siempre queda algo- y por la otra una unidad con la cual se confunde y aparea. Esta unidad es aquello en lo cual el sujeto se conoce por primera vez como unidad, pero como unidad alienada, virtual. En definitiva se trata de una dialéctica que está presente en la experiencia a todos losniveles de la estructuración del yo humano.