domingo, 8 de marzo de 2015

Sylvia Plath- Místico

El aire, remolino de ganchos:
preguntas sin respuesta,
relucientes, ebrias como moscas
cuyo beso punge insosteniblemente
en los úteros fétidos de aire negro bajo estivos pinares.

Recuerdo
el olor a muerto del sol contra chozas de leño,
la rigidez de velas, las largas sábanas curvas salinas.
Una vez visto Dios, ¿cuál es el remedio?
Ya aquilatado uno de pies a cabeza,
ni un dedo omitido, una vez usado,
totalmente usado en las conflagraciones solares, las manchas
que se alargan partiendo de catedrales antiguas,
¿cuál es el remedio?

¿La píldora comulgatoria,
la marcha junto al agua quieta, el recuerdo?
¿O ir recogiendo fragmentos lúcidos
de Cristo en los rostros de los roedores,
de los mansos mascaflores cuya esperanza
es tan nimia que no tiene inquietudes:
gibosa en su choza mínima, limpia,
bajo los tallos de la clemátide?
¿Es que no hay amor, sólo ternura?
¿Es que la mar recuerda

a quien la camina?
Goteras de moléculas. Las chimeneas
de la ciudad respiran, la ventana suda,
los niños saltan en sus cunas.
El sol florece, es un geranio.
El corazón no se ha parado.

Cruzando el agua - Sylvia Plath

Lago negro, barco negro, dos personas negras recortadas en papel.

¿Adónde van los árboles negros que beben aquí?
Sus sombras deben cubrir Canadá.

Un poco de luz se filtra de las flores acuáticas.
Sus hojas no desean que nos apresuremos:
Son redondas, chatas y cargadas de secretos consejos.

Mundos fríos se sacuden del remo.
El espíritu de la negrura está en nosotros, está en los peces.
Un tronco levanta ahora una pálida mano, como despedida;

Las estrellas se abren entre los lirios.
¿No te enceguecen estas sirenas sin expresíon?
He aquí el silencio de almas confundidas.

UNA HABITACIÓN PROPIA- Virginia Woolf

 De la paz y de la libertad intelectual nacen las grandes obras literarias.

 La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no solo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos. Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía.

Espero que encontréis, a tuertas o a derechas, bastante dinero para viajar y holgar, para contemplar el futuro o el pasado del mundo, soñar leyendo libros y rezagaros en las esquinas, y hundir hondo la caña del pensamiento en la corriente.

“Cuídate el corazón…te estás pudriendo vivo”. GABO


CIEN AÑOS DE SOLEDAD -Fragmento

“Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas habían empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa. 
— ¿Te sientes mal? —le preguntó. 
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
—Al contrario —dijo—, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo la serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó  las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y que pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria”. 




CIEN AÑOS DE SOLEDAD - Fragmento

“La casa se llenó de amor. Aureliano lo expresó en versos que no tenían principio ni fin. Los escribía en los ásperos pergaminos que le regalaba Melquíades, en las paredes del baño, en la piel de sus brazos, y en todos aparecía Remedios transfigurada: Remedios en el aire soporífero de las dos de la tarde, Remedios en la callada respiración de las rosas, Remedios en la clepsidra secreta de las polillas, Remedios en el vapor del pan al amanecer, Remedios en todas partes y Remedios para siempre. Rebeca esperaba el amor a las cuatro de la tarde bordando junto a la ventana. Sabía que la mula del correo no llegaba sino cada quince días, pero ella la esperaba siempre, convencida de que iba a llegar un día cualquiera por equivocación”.


CIEN AÑOS DE SOLEDAD -Fragmento

“Durante el día, derrumbándose de sueño, gozaba en secreto con los recuerdos de la noche anterior. Pero cuando ella (Pilar Ternera) entraba en la casa, alegre, indiferente, dicharachera, él (José Arcadio) no tenía que disimular su tensión, porque aquella mujer cuya risa explosiva espantaba a las palomas, no tenía nada que ver con el poder invisible que lo enseñaba a respirar hacia dentro y a controlar los golpes del corazón, y le había permitido entender por qué los hombres le tienen miedo a la muerte”.