martes, 4 de octubre de 2016

Cuerpo, corazón, deseo...

Cuerpo, corazón, deseo...
El cuerpo tiene un ayer
que no se cura mañana,
nueve noches por semana
sin ganas de amanecer.
Laberintos del placer
cuando baja la persiana
del crepúsculo, Diana,
cazadora de vía estrecha,
clava su póstuma flecha,
en mi podrida manzana.

El corazón es un flan
que encoge con cada pena
y se inflama cuando suena
la flauta dulce de Pan.
Eva se va con Adán
porque el amor desenfrena
y, al calor de la verbena,
siempre aparece un muchacho
que le financia el gazpacho
después de la noche buena.

El deseo es un corcel
que la madurez embrida,
cuando el bajel de la vida
no acepta tratos con él.
No se trata de ser fiel
a la esposa malquerida
ni echar vinagre en la herida
de la loca juventud;
la pasión y la salud
pierden siempre la partida.

 Joaquín Sabina

jueves, 22 de septiembre de 2016

LAS CUATRO NOBLES VERDADES

A. En el sermón de Benares, tras su iluminación, Budha expuso las cuatro Nobles Verdades y el Óctuple Sendero:

    1. La primera Noble Verdad es dukkha, la naturaleza de la vida es sufrimiento. Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no obtener lo que se desea es sufrimiento. En breve, los cinco agregados de la adherencia son sufrimiento.
    2. La segunda Noble Verdad es el origen de dukkha, el deseo o "sed de vivir" acompañado de todas las pasiones y apegos. Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Origen del Sufrimiento. Es el deseo que produce nuevos renacimientos, que acompañado con placer y pasión encuentra siempre nuevo deleite, ahora aquí, ahora allí. Es decir, el deseo por los placeres sensuales, el deseo por la existencia y el deseo por la no existencia.
    3. La tercera Noble Verdad es la cesación de dukkha, alcanzar el Nirvana, la Verdad absoluta, la Realidad última. Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad de la Cesación del Sufrimiento. Es la total extinción y cesación de ese mismo deseo, su abandono, su descarte, liberarse del mismo, su no dependencia.
    4. La cuarta Noble Verdad es el Sendero que conduce al cese del sufrimiento y a la experiencia del Nirvana. Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sendero que conduce a la Cesación del Sufrimiento. Solamente este Óctuple Noble Sendero; es decir, Recto Entendimiento, Recto Pensamiento, Recto Lenguaje, Recta Acción, Recta Vida, Recto Esfuerzo, Recta Atención y Recta Concentración.


    B. La esencia de los millares de discursos en los que el Buda explicó su enseñanza de distintas maneras, está contenida en Las Cuatro Nobles Verdades y el Noble Óctuple Sendero.
    C. Este Sendero comprendido en la cuarta Noble Verdad es el Sendero Medio, llamado así por evitar los dos extremos, tanto la búsqueda de la felicidad a través de los placeres sensuales, como la mortificación de uno mismo. Este Sendero Medio es llamado el Noble Óctuple Sendero, ya que consta de ocho factores, que son:
    1. Recta comprensión (samina ditthi)
    2. Recto pensamiento (samma sankappa)
    3. Rectas palabras (sammma vaca)
    4. Recta acción (samma Kammanta)
    5. Rectos medios de vida (samma ajiva)
    6. Recto esfuerzo (samma vayama)
    7. Recta atención (samma sati)
    8. Recta concentración (samma samadhi)
    D. Estos ocho factores no son separados y deben desarrollarse simultáneamente, ya que todos ellos están estrechamente relacionados entre sí, y cada uno contribuye al cultivo de los otros.
    E. Su finalidad es el desarrollo y perfeccionamiento de los tres principios capitales del adiestramiento y disciplina budistas: La sabiduría (pañna), la conducta ética (sila) y la disciplina mental (samadhi).
    1. La Sabiduría implica la Recta Comprensión y el Recto Pensamiento.a. La Recta Comprensión es la comprensión de las cuatro Nobles Verdades. Es la comprensión de la ley de la causalidad. Es la comprensión de la impermanencia.
    b. El Recto Pensamiento es pensar con desapego, amor, renunciamiento y no violencia, esto es, con sabiduría. Es evitar pensamientos de apego, malevolencia, odio y violencia, esto es, evitando la ignorancia.
    2. La Conducta ética implica: la Recta Palabra, la Recta Acción y los Rectos Medios de Vida. La conducta ética (sila) está basada en la vasta concepción del amor universal y la compasión hacia todos los seres vivientes, que constituye el fundamento de la enseñanza del Buda.
    5. La Recta Palabra es abstenerse de emplear formas de lenguaje erróneas y perniciosas, de hablar negligentemente, de mentir, difamar, calumniar o dañar a otros, y cultivar las palabras amistosas, benévolas, agradables, dulces, significativas y útiles.
    6. La Recta Acción es cultivar una conducta moral honorable y pacífica, absteniéndose de matar, robar, relaciones sexuales ilegítimas y llevar a cabo tratos deshonestos.
    7. Los Rectos Medios de vida es ganarse la vida de forma honorable, irreprochable e inofensiva, evitando cualquier profesión que pueda ser nociva de alguna manera para otros seres vivientes.
    3. La disciplina mental incluye: el Recto Esfuerzo, la Recta Atención y la Recta Concentración. a. El Recto Esfuerzo implica los cuatro siguientes esfuerzos:
    1) Impedir el surgimiento de pensamientos malos.2) Apartar los pensamientos malos ya surgidos en la mente.3) Cultivar el surgimiento de los buenos pensamientos.4) Mantener los buenos pensamientos ya surgidos. Cultivar con atención el Dhamma.
    b. La Recta Atención implica los Cuatro Estados de Atención Mental:1) Prestar diligente atención al cuerpo.2) Prestar diligente atención a las sensaciones y las emociones.3) Prestar diligente atención a las actividades de la mente.4) Prestar diligente atención a las ideas pensamientos, concepciones y cosas (dhamma).
    c. La Recta Concentración es la disciplina que nos conduce a las cuatro etapas de dhyana, o absorción, en la primera etapa se abandonan los deseos y pensamientos apasionados e impuros, en la segunda, ya desaparecidas las actividades mentales, se desarrolla la tranquilidad y la "fijación unificadora de la mente", en la tercera surge la ecuanimidad consciente y en la cuarta desaparecen todas las sensaciones, tanto de dicha como de desdicha, de alegría y de pesar, permaneciendo en un estado de ecuanimidad y lucidez mental.
    F. Este Noble Óctuple Sendero puede ser seguido, practicado y desarrollado por cada individuo. Es disciplina corporal, verbal y mental. Se trata de un Sendero que conduce a la aprehensión de la Realidad última, al logro de la liberación, de la felicidad y la paz, mediante el autodesarrollo moral, espiritual e intelectual.

domingo, 18 de septiembre de 2016

El derecho al delirio

¿Qué tal si deliramos por un ratito? ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible?
El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;
En las calles, los automóviles serán aplastados por los perros; 
La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será tampoco mirada por el televisor;
El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas;
Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega; 
En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;
Nadie vivirá para trabajar pero todos trabajarán para vivir; 
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;
Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos; 
Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas; 
La solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;
La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero;
La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;
Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;
Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;
Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;
La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;
En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;
La Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;
La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»;
Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;
Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados porque ellos se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto buscar;
Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo;
Seremos imperfectos porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, seremos capaces de vivir cada como si fuera el primero y, cada noche como si fuera la última.

El último tabú

Fu Yuanhui —ganadora de la medalla de bronce por los 100 metros espalda en nado— está en cuclillas. No se le ve el rostro. Sí se ve la gorra que oculta su pelo castaño. Sí se ven los hombros poderosos y la espalda marcada. Se adivina su mano izquierda sobre la parte más baja de la barriga.Hay algo que no está bien. La sonrisa encantadora de Fu, esa frescura que la convirtió en la última sensación de los deportistas chinos que participaron en los Juegos Olímpicos, está apagada. Así la registra la cámara de televisión del canal Shanghai Expat después de la carrera de 4x100 en la que China quedó fuera del podio. Fu todavía está en cuclillas, pero la periodista igual pregunta.—Fu Yuanhui, sé que ayer de noche no te sentiste muy bien.La nadadora se levanta con la ayuda de una de sus compañeras de equipo. Tiene la cara desencajada. Respira rápido. No logra estar parada derecha. Finalmente, sin mirar a la cámara, contesta.—Siento que no nadé lo suficientemente bien hoy. Quiero pedirle perdón a mi equipo por eso.—Está bien. Es claro que más allá de las circunstancias diste todo. Parece que estás experimentando un fuerte dolor de panza en este momento —le dice la periodista.—Sí, de hecho me vino el período ayer de noche. Entonces me siento bastante débil y muy cansada. Pero esto no es una excusa. Después de todo, no nadé bien.Fu —20 años, dientes torcidos, ojos cansados, mirada poco feliz— dijo lo que muy pocas deportistas se han animado a declarar públicamente. Fu habló de su menstruación. De esa manera la nadadora puso sobre la mesa —robándose así un pedacito de historia deportiva— un tema del que se habla muy poco, casi nada. Tan es así que las atletas de alta competencia se refieren al asunto como uno de los últimos tabúes del deporte.
Lo que no se nombra. Las mujeres —muchas de ellas— han decidido no nombrarla. Dicen “me vino”, “estoy con el asunto”, “me está bajando la cuestión”. En el trabajo preguntan susurrando (incluso en oficinas donde no hay ni un solo compañero hombre) si alguna compañera tiene una toalla higiénica. Han inventado maneras graciosas de llamarla para evitar el engorroso momento de tener que decir “la menstruación”. La llaman “Andrés”, “la Juana”, “la regla”. Las mayores de 30, seguramente, se toparon alguna vez con alguna intregrante de la familia que habló de enfermedad o indisposición. Y, por supuesto, está toda la camada de mujeres que creció creyendo que durante esos días no se podían lavar el pelo o meterse al agua.En 1999 la periodista norteamericana Karen Houppert publicó el libro “The Curse: Confronting the Last Unmentionable Taboo, Menstruation”. El extenso y documentado trabajo se refería a los tampones y a las toallas higiénicas como “artículos de lujo” y daba cuenta de lo incómodo que seguía siendo hablar de la menstruación en espacios laborales. “Toda mujer adulta que trabaja en una oficina, cuando se levanta de su asiento y hace la caminata desde su cubículo hasta el baño, esconde discretamente bajo sus mangas el tampón o la toalla, o incluso eligen llevar el bolso con ellas. De esta manera no es que esconden la sangre en sí misma: lo que esconden es el hecho de que están sangrando”, afirmó Houppert en una nota de CNN publicada en marzo de este año.Con todo este bagaje no es de extrañar que la tenista inglesa Heather Watson se haya referido a su menstruación como “esas cosas de chicas”. En enero de 2015, Watson —entonces número 38 del mundo— disputaba un partido del abierto de Australia contra la búlgara Tsvetana Pironkova. Al finalizar el primer set, que perdía por 4 a 6, la inglesa tuvo que pedir un médico porque se sentía muy mal. Dijo que estaba mareada, con náuseas y poca energía. De todos modos siguió jugando. En el siguiente set no pudo ganar ni un solo game. En entrevista con la cadena Sport de la BBC, Watson declaró: “Me pasa esto en distintos momentos.Tengo uno o dos días en los que me siento así”. Sin hablar de su período o de su menstruación, la tenista logró que durante varias semanas en Inglaterra se discutiera de cómo afectan los ciclos menstruales a las mujeres que practican deporte de manera profesional.Muchas colegas tenistas hablaron del asunto. La ex número uno de Inglaterra Annabel Croft, en entrevista con la BBC, fue contundente: “El período menstrual parece ser uno de esos temas que se barren debajo de la alfombra y que son un verdadero secreto. Es suficientemente duro tratar con este asunto en cualquier momento. Pero, de hecho, intentar salir ahí afuera y dar lo mejor de ti en un deporte de elite en uno de los momentos del año más cruciales es muy complicado.Creo que las mujeres sufren en silencio este tema. Siempre ha sido un tabú”.Houppert declaró que le hubiese gustado que Watson mencionara el asunto por su nombre. Aunque entiende que se trata de una cuestión problemática porque puede ser utilizado en su contra. “Es muy fácil desacreditar a una mujer diciendo ‘ah, está con el período’ si está enojada o muy sensible. Es una manera de poner en tela de juicio lo que está diciendo”, afirmó la autora del libro.Por eso Fu, para muchos, hizo una declaración histórica.En una columna de “The Guardian” la periodista Rose George explicó por qué le daría una medalla de oro a la nadadora china. “Las atletas, que conocen sus cuerpos y habilidades de manera íntima, deberían ser las mejores a la hora de hablar en voz alta de sus períodos”, escribió George.Previo a que se iniciaran los Juegos Olímpicos de Río, la necesidad de que las deportistas mencionen sin pudor la llegada de su menstruación o que cuenten cómo les afecta en sus rendimientos (si es que esto sucede) parecía un tanto evidente en algunos círculos. No es casualidad que la marca de toallas higiénicas Bodyform haya hecho un comercial con el título “Blood”, donde no aparece ni una sola vez el famoso líquido azul. La publicidad realizada en Inglaterra y dada a conocer en mayo de este año muestra a una serie de mujeres haciendo deportes y sangrando. Tienen lastimadas las manos, los pies, la frente, los labios. Y de todas maneras siguen compitiendo, corriendo, nadando, bailando. El aviso de 1.22 minutos termina con las siguientes frases: “Ninguna sangre debe detenernos”. “Viví sin miedo”.“No dejes que tu período te frene”. Los Juegos Olímpicos empezaron unas semanas después.
La otra cara. El episodio de Fu, de todos modos, dejó de lado un detalle que no es menor: muchas de las mujeres que compiten en esos niveles experimentan complejidades con sus ciclos menstruales. Están las que dejan de menstruar y también están las que lo hacen de manera muy irregular. Las deportistas de elite pueden pasarse seis meses sin sangrar. Aunque las investigaciones al respecto no abundan, el asunto ha valido varios estudios en lo que va del siglo XXI. Según una investigación de “The British Medical Journal” realizada en el año 2007, hasta 80% de las mujeres que realizan ejercicio físico intenso pueden tener algún tipo de disfunción menstrual.En el estudio “Influence of high intensity training on menstrual cycle disorders in athletes” realizado por “The Croatian Medical Journal” se dice que “la prevalencia de la amenorrea en las practicantes de carreras de fondo, ballet o patinaje artístico oscila entre 25% y 70%, frente a 5% de la población”. Así también lo concluye un trabajo del International Center for Sport Nutrition de Omaha, Nebraska, Estados Unidos. Según el texto, “la prevalencia de la amenorrea varía entre las distintas modalidades deportivas. En un estudio con 226 atletas de elite, las gimnastas tenían la mayor incidencia de amenorrea (71%), seguidas por las remadoras de peso liviano (46%) y las corredoras (45%)”.El médico uruguayo especialista en endocrinología y ginecología, grado 4 de la Facultad de Medicina, Francisco Cóppola, asegura lo mismo que las investigaciones internacionales. “Hay un síndrome que se llama “amenorrea de la atleta”. Esto les sucede por tres razones: porque su composición grasa es muy baja, sus niveles de estrés son muy altos y finalmente por el ejercicio físico en sí mismo y el desgaste energético que implica”, explica Cóppola. Para el médico, este tipo de ejercicios son de tan alto nivel que dejan de ser saludables. Y que, por ende, la parte endócrina de estas atletas se ve modificada de una forma que no es saludable.Cóppola, que tiene entre sus pacientes a varias mujeres que compiten en natación, asegura que la mejor manera de controlar las fechas de la menstruación es con pastillas anticonceptivas y enseñándoles a atrasar sus períodos en tiempos de torneos importantes. “Esto lo hago por una cuestión de comodidad para ellas, no porque considere que vayan a rendir menos”, asegura el especialista.La atleta uruguaya Débora Reis —20 años, gimnasta, octava en los Juegos Panamericanos de Toronto de 2015— cuenta que toma pastillas anticonceptivas desde que era muy joven. “Hasta los 14 años me venía de manera muy irregular, cada dos meses o incluso cada tres. Ahí me descubrieron que tenía ovarios poliquísticos y empecé a tomar las pastillas. Desde ese entonces me viene perfecto. Lo que sí me pasa es que cuando estoy muy nerviosa o con mucho estrés por las competencias no me viene. Y cuando termina el torneo me viene enseguida”, cuenta Reis. La gimnasta nunca alteró su ciclo para que no coincidiera con competencias importantes. “Si me tiene que venir, me arreglo. No es lo mejor porque me siento más cansada y pesada, pero compito igual”, concluye.Por su parte, Inés Remersaro, la nadadora uruguaya que acaba de competir en los Juegos Olímpicos, dice que no sabe de qué manera le influye la llegada de la menstruación en su rendimiento. “En mi deporte es algo incómodo y por ahí hay meses que te molesta más que otros”, dice Remersaro.¿Afecta o no afecta? Hay que entender algo: recién en los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres todos los países participantes contaron con deportistas femeninas.Fue también la primera vez en la que las mujeres compitieron en todas las disciplinas olímpicas. La participación de las mujeres en los Juegos se dio a partir de París en 1900, los segundos Juegos de la era moderna pero, por supuesto, solo participó un puñado. Evidentemente, las investigaciones sobre cómo afecta el ciclo menstrual en el desempeño de las atletas son poquísimas aún.En un estudio realizado por el “British Journal of Sport Medicine” publicado en junio de 2016 y difundido por el sitio “Vice Sports” se revela que “41,7 por ciento de las mujeres que hacen ejercicio creen que su ciclo menstrual tiene un impacto negativo en su rendimiento. El déficit de hierro causado por el sangrado y el aumento de la temperatura corporal justo antes del período son algunos de los factores que, según los expertos, afectan a las competidoras, pero debido a la falta de investigación al respecto, estos hechos siguen siendo mera especulación”. Según un artículo titulado “El ciclo menstrual y el entrenamiento deportivo: una mirada al problema” publicado en 2013 por Elena Konovalova, se mencionan dos investigaciones que estudiaron esta temática. La primera —realizada en 2003 con 47 voleibolistas y basquetbolistas rusas de 19 y 20 años— encontró que 85% de estas mujeres sufren el descenso en la capacidad de trabajo y en su estado en general durante las fases premenstrual y menstrual. El segundo fue llevado a cabo en España en 2009 con las futbolistas de elite. El trabajo “Ciclo menstrual, rendimiento y percepción del esfuerzo en jugadoras de fútbol de elite” obtuvo como conclusión que “durante la fase menstrual se presenta una alta correlación negativa entre la magnitud del esfuerzo percibido y los resultados de las pruebas físicas”.Son muy pocas las personas que se enteran de si una atleta (de esas que brillan en las transmisiones televisivas y hacen cosas imposibles) se siente mareada, pesada, con un dolor de panza que no las deja pensar, con poca fuerza, sin ganas de correr, saltar, hacer esfuerzo, con ganas de estar hechas un ovillo de lana calentitas en su cama. Muchas deportistas que participan en competencias de alto nivel ni siquiera lo hablan con sus entrenadores (la mayoría de las veces, hombres). A veces por pudor, otras por falta de información sobre de qué manera podrían sentirse mejor. También están las que consideran, como la ciclista profesional estadounidense Inga Thompson, que después de dar tanta pelea para competir en igualdad de condiciones no querría sacar la carta de “ser mujer”. “Hay una línea muy delgada entre ser abiertas y socavar las habilidades deportivas de las mujeres”, aseguró en una nota con CNN.El tema es extenso y con opiniones diversas. En el año 2016, con todos los territorios que el sexo femenino ha conquistado, que una deportista diga que le vino la menstruación sigue siendo noticia. El tabú aún vive.

9minNº1881 - 24 AL 31 DE AGOSTO DE 2016Pía Supervielle
La menstruación en el deporte vuelve a ser tema de conversación después de que la nadadora china Fu Yuanhui dijera que le había venido el período al terminar una carrera de natación durante los Juegos Olímpicos


http://www.busqueda.com.uy/nota/el-ultimo-tabu

sábado, 17 de septiembre de 2016

Informe de una Tripulacion de la Via Acuea de Visita a la Tierra - Godofedro Cinico Caspa (Jaime Garzón)

Hemos llevado a cabo la exploración que se nos encargo, y hemos podido observar de cerca sin ser observados, gracias a nuestras supersónicas cortinas de humo, la superficie entera del planeta tierra, y los cambios que tiene lugar en ella; cambios que creemos son debidos a su mayor o menor distancia de la estrella central de la cual reciben luz y calor.
Después de observaciones repetidas y pruebas, hemos llegado a la conclusión de que si existe vida vegetal y animal en el planeta tierra, y hay en él una gran variedad de seres vivos que hemos pasado a estudiar con detalle.
La especie más influyente parece ser la de unos bípedos de piel lisa, que habitan en colonias con una rígida organización. Los dichos seres vivos habitan en hormigueros altos de forma generalmente rectangular con celdas individuales para cada subgrupo o en algunos casos para cada individuo; de estas celdas salen todos aproximadamente a la misma hora y aparecen revestidos de caparazones de diversos colores, aunque todos obedecen a un patrón general que cambia con las estaciones. Después entran en unas capsulas de superficie metálica con cuatro ruedas y se agrupan en líneas apretadas unos detrás de otros a lo largo de canales cuidadosamente trazados y avanzan lentamente durante largo rato, en direcciones contrarias, conducta extraña cuya razón no hemos podido averiguar. Esas maquinas producen grandes ruidos y humos que, según nuestras conjeturas basadas en la frecuencia y cantidad de esos humos parece ser la atmosfera que necesitan respirar para sobrevivir y por eso la renuevan constantemente.
Por lo que toca a los ruidos, también parecen una comunicación pre vocálica destinada a mantener el contacto con el grupo mientras cada individuo está en su propia capsula.
Al cabo de un tiempo en el mismo día se invierte el proceso y las capsulas vuelven a los hormigueros de donde habían partido; Una vez en ellos, por lo que hemos observado a través de las ventanas, se acomodan ante una pequeña pantalla que no falta en ninguna celda y en la que aparecen sombras y luces al mando de un botón, es posible que esa sea la manera que tienen de alimentarse y por eso no pueden pasársela sin ella.
Un fenómeno extraño que hemos observado es que con frecuente regularidad se reúnen grandes multitudes de bípedos en unos enormes anfiteatros escalonados desde donde observan a un reducido numero de ellos que ejecutan rápidos movimientos difíciles de explicar, en torno a un objeto generalmente esférico de mayor o menor tamaño y dan grandes muestras de excitación mientras dura el extraño rito, Quizá esto tiene alguna relación con el ciclo sexual de la especie, pero no hemos podido confirmar esta hipótesis.
Lo más inexplicable de todo lo observado es el hecho de que mientras que hemos comprobado una y otra vez en medio de nuestro mas aturdido asombro y es que los dichos bípedos se atacan unos a otros sin razón o motivo alguno, que parezca poder justificar la agresión, esto a veces entre individuos, a veces entre grupos y a veces entre clanes enteros por largos periodos, nada hay en nuestros propios conceptos que pueda explicar tan absurda conducta. Por todos estas razones pues, hemos llegado a la conclusión definitiva de que los bípedos de piel lisa NO SON SERES RACIONALES, que la inteligencia aun no se ha desarrollado en el planeta tierra, que tardara aun muchas edades cosmológicas en aparecer y que, por consiguiente es inútil hablar de un contacto cultural con los seres que hoy habitan la tierra.
Nuestra Misión ha Terminado…..
Conferencia en la Universidad de Cali

sábado, 9 de abril de 2016

Las enseñanzas de don Juan, Carlos Castaneda

"Cualquier cosa es un camino entre cantidades de caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo ninguna condición. Para tener esa claridad, debes llevar una vida disciplinada. Sólo entonces sabrás que un camino es nada más que un camino, y no hay afrenta, ni para ti ni para los otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón dice. (...) ¿Tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte, el otro te debilita."



jueves, 31 de marzo de 2016

LA ENAMORADA DEL PEQUEÑO DRAGÓN 1584



Inés, mestiza de la casa de don Rodrigo Ortiz de Zárate, corre en pos del 

amo para observar a los tres prisioneros que avanzan entre picas y espadas 

desnudas. Tan corpulento es su señor que no le deja ver cuanto quisiera. 

Además, la reverberación que irisa de escamas el río la obliga a hacer visera con 

la mano. Los tres hombres se aproximan lentamente, hendiendo el grupo de 

curiosos. Ahora sí, ahora puede detallarles a su gusto. Se han detenido ante el 

teniente de gobernador, a pocos metros. Dos de ellos llevan las barbas crecidas, 

sucias, espinosas, sobre las ropas desgarradas; el otro, lampiño, parece un 

adolescente. Una masa de pelo color de miel le cae sobre el rostro y a cada 

instante la aparta con un movimiento brusco de la cabeza: entonces la cara se le 

ilumina con la luz de los grandes ojos celestes. Inés no vio jamás ojos como ésos. 

La gente de aquí los tiene renegridos, tenebrosos, o de un verde profundo. Los 

de Isabel son así, verdes como piedras verdes, como cristales verdes.

El menor se adelanta y hace su reverencia, la diestra en la cintura. A la 

legua se le advierte el señorío, a pesar del traje miserable cuyos jirones dejan 

transparentar, en las piernas y en el pecho, su carne justa, ceñida, tostada por el 

sol. Don Rodrigo tose por dignidad y le interroga: ¿Quiénes son? ¿De dónde 

vienen? Alza el muchacho la mano delgada y responde en lengua extranjera, 

gutural. El hidalgo se impacienta. Detrás, las mujeres atisban y los hombres del 

pueblo comentan por lo bajo. Extiéndese alrededor la chatura de Buenos Aires, 

con unas contadas casucas, con unas huertas, con algún árbol, asomado sobre 

las tapias. En el río se balancea la canoa indígena en la cual llegaron los 

forasteros. Por fin hay uno que entiende a medias ese idioma y que explica al 

funcionario del Rey: los recién venidos son ingleses y el capitán que los 

Demúdase Ortiz de Zárate y se le marca en la frente la lividez de la cicatriz:

—¿Drake? ¿Dráquez? ¿Cómo el pirata Francisco Dráquez?

Torna a parlamentar el intérprete y con mil dificultades traduce: el joven 

es sobrino de Sir Francis Drake, corsario de la Reina Isabel de Inglaterra. Lo 

mismo que sus compañeros, se ha fugado a través del río, por milagro, en esa 

frágil canoa. Los charrúas les tuvieron presos durante trece meses.

Lo único que al teniente de gobernador importa es que sus obligados 

huéspedes sean súbditos de la soberana herética. Se mesa las barbas patricias y 

—¡Herejes! ¡Herejes! —chilla una mujer que le ha oído, y entre los mirones 

—Habrá que avisar al Adelantado, a Charcas, y a los señores inquisidores, 

Don Rodrigo Ortiz de Zárate da la orden de marcha. Va caviloso. Es hijo 

del Cerero Mayor de la Emperatriz y no juega con las cosas que atañen a la 

religión. Le siguen, custodiados, los tres piratas. Chisporrotean las alabardas, 

como si fueran de fuego. Cuando pasan junto al rollo de justicia, donde los 

criminales son expuestos al escarnio público, Ortiz de Zárate titubea. No sabe si 

debe hacerles encadenar allí, pero recapacita que ésos son asuntos que 

incumben a autoridad más alta, y se interna con la comitiva en la ciudad. A la 

—A estos luteranos —dice uno— hay que hacerles arder como paja.

Dispone don Rodrigo que por ahora les encierren en la casa que Pablo de 

Xerez hace construir frente a la suya, en el solar que Garay le asignara dentro de 

los repartimientos de la fundación. Ya hay en pie dos habitaciones y una tiene 

una pequeña ventana dividida en cruz. Allí quedará el sobrino del Dráquez, el 

sobrino del Dragón, como le llaman en América. A los otros se les señalará por 

Inés, la mestiza, ha permanecido inmóvil mientras se aleja la tropa. 

Aunque se empeñara, no podría moverse. En sus dieciséis años, nunca ha 

sentido tan confusa emoción. ¡Cómo se asombrarían los muchachos que sin 

cesar la requieren de amor, si consiguieran leer en su ánimo! Para ellos es la 

Inés está como hechizada. Por más que baja los párpados, la tiniebla se 

aclara con las llamas del pelo de John. Le ve en todas partes, volandero, como 

una madeja que se enreda a los cercos de tunas y que envuelve con su trama fina 

las fachadas pobres. Ella misma siente, tras los ojos cerrados, que la hebra de 

oro y miel gira y se enrosca en torno de sus piernas firmes, de su cintura 

escurridiza, de sus pechos nuevos, y asciende hasta su boca. No acierta a 

moverse, maniatada, desconocida. Drake se ha vuelto a mirarla, una vez.

En el patio del teniente de gobernador, mientras don Rodrigo garabatea 

sus cartas altisonantes para don Juan Torres de Vera y Aragón, el Adelantado, y 

para el Tribunal del Santo Oficio del Perú, Inés ha escuchado muchos 

pormenores de la vida del joven corsario. Los relatos la hacen soñar. Es cosa de 

maravillarse, pensar que en tan cortos años haya corrido tantas aventuras.

Fue de los que dieron la vuelta al mundo, con Sir Francis; de los que 

apresaron paños de Holanda en las Islas de Cabo Verde, y vino en Valparaíso, 

barras de plata en Arica, sedas y jubones en el Callao y más y más oro en los 

puertos del Pacífico, a punta de espada; de los que recibieron parte en la 

distribución de vajillas lujosas; de los que navegaron por los mares de 

monstruos que bañan a las Islas del Maluco y fueron de allí a Guinea y a Sierra 

Leona, trocando el metal por clavo de olor, por pimienta y por jengibre. Al oír 

las narraciones fabulosas, parécele a Inés que los galeones avanzan por la plaza 

de Buenos Aires, amenazadores los leopardos en las banderas, inundándolo 

todo con el perfume de las especias exóticas. Y eso no bastó. Después de que la 

Reina Isabel armó caballero a Sir Francis, John volvió al océano a las órdenes de 

Edward Fenton. Comandaba una nave. ¡Y sólo cuenta veinte años! En la boca 

del Río de la Plata, los bancos de arena les cerraron el paso. Una noche, 

arrastrado por la tormenta, el patache de John Drake se alejó del resto de la 

armada. Tras de bogar a la deriva se hundió frente a la costa. Los marineros 

ganaron la playa a nado y allí les descubrieron los charrúas a causa del humo de 

las fogatas. Más de un año les privaron de libertad, con la duda constante de 

cuándo les devorarían. Por fin lograron huir John Drake, Richard Farewether, 

Inés se dice que aunque John no fuera sobrino del Dragón famoso, aquel 

cuyo azote fue anunciado por la aparición de un cometa; aunque no hubiera 

andado por tierras de tanto sacrificio; aunque no hubiera metido los brazos 

hasta el codo en el oro y las perlas, lo mismo la hubiera subyugado así. Sabe ya 

que le ama sin razón y sin fortuna, desesperadamente, que le ama por esa masa 

de pelo que para ella brilla más que el oro de los cofres, por sus piernas largas y 

Dos soldados vigilan la puerta de la casa de Xerez que guarda a los 

cautivos. Durante el día, los vecinos la rondaron. ¡Hay tan poco que hacer en 

Buenos Aires! Buscan de espiar hacia el interior, como si fuera aquella una jaula 

de animales raros. Y raros son, en verdad: ingleses, piratas y heréticos. Deberían 

tener cuernos y pezuñas. Los disimularán. El mocito que los manda disfraza los 

cuernos, de seguro, debajo de tanto pelo de miel.

Al atardecer Inés se acerca. Los soldados la conocen. Uno la requiebra, 

pero no la dejan llegarse, como hubiera deseado, hasta la ventana en cruz. 

Órdenes del señor Ortiz de Zárate. Se aposta, pues, al otro lado de la calle, a la 

sombra del alero de su amo, allí donde un sauce vuelca torrentes negros y la 

oculta. Y mira y mira, angustiada. Minutos después, la ventana se ilumina. Es 

que él está ahí, dorado como los dioses que se alzan, esculpidos, en las proas de 

las galeras. Y la ha visto también. Ha visto, a diez metros, la silueta de una mujer 

graciosa, toda trenzas y ojos verdes y boca frutal. Más de una hora quedan el 

uno frente al otro. No pueden hablarse y si se hablaran no se comprenderían. 

Sólo pueden mirarse y callar, él subido en un escaño por lo alto de la abertura. 

En el medio, por la calle de barro, se persiguen las gallinas grises y los patos 

Don Rodrigo Ortiz de Zárate ha anunciado que los prisioneros partirán 

para Santa Fe, en el plazo de cinco días, a que se les tome declaración jurada, y 

¡Cinco días! Inés llora echada de bruces en su cuja. Llora con el cabello 

destrenzado. Su sangre dormida hasta hoy clama por el corsario adolescente. En 

su inocencia, no define qué le pasa. Lo único que sabe es que quisiera más que 

nada, más aún que poseer el broche de rubíes de su señora doña Juana de la 

Torre, tener ahí con ella al pequeño Dragón y estrecharle contra el pecho. Le 

John Drake también la recuerda. En los días transcurridos desde su arribo 

a Buenos Aires, se ha esforzado en no pensar en otra cosa. Se convence, con 

argumentos apasionados, para diluir el miedo, que si por algo le importa que lo 

saquen de allí y le envíen hacia el norte y hacia las misteriosas torturas 

inquisitoriales, que los predicadores de la corte inglesa describen con tal 

minucia, es porque tendrá que dejarla, porque ya no la volverá a ver, elástica, 

aceitunada, a la sombra familiar del sauce antiguo. Se revuelve como un 

cachorro de león en su cárcel diminuta. No quiere darse tiempo para otras 

memorias, ni siguiera para aquélla, fascinante, que le muestra a la Reina Isabel 

en el esplendor barroco de su falda rígida, titilante de joyas, y a él de hinojos, 

detrás de Sir Francis, oscilándole una perla en el lóbulo izquierdo, al cuello el 

collar de esmalte y oro macizo. La Reina les estira la mano a besar... ¡Pero no, no 

quiere pensar en eso, ni en los arcones abiertos, colmados hasta el tope de 

cálices, de incensarios, de casullas y de aguamaniles que centellean! Ni tampoco 

en el Támesis sereno, que fluye entre castillos, tan distinto de este río de 

maldición; ni evocar la estampa feliz de los perrazos de Lancashire y de los 

galgos esbeltos, cuando disparan entre el alegre clangor de las trompas; ni el 

bullicio de las riñas de gallos, con la elegancia de los gentileshombres que 

arrojan escarcelas de monedas sonoras; ni los duelos y el jubiloso escapar 

embozado, ante los faroles de la guardia; ni los jarros desbordantes de cerveza, 

que se alzan hacia las vigas de las hosterías, en los coros de los brindis... Nada... 

nada... Nada: ni pensar en las islas remotas, amodorradas bajo las palmeras y 

los árboles de alcanfor. Otras mujeres ha conocido, muchas otras, sumisas como 

esclavas entre sus brazos... Y no quiere pensar en ellas, ni en nada, ni en Sir 

Francis sobre todo, su verdadero rey, su auténtico dios, a quien ve, en un 

relámpago, con un fondo de mascarones pintados y de velámenes hermosos 

como cuerpos de mujer. No, no quiere... Sería terrible pensar en esas cosas y en 

las cosas del mañana, las que se agazapan, camino del Perú, donde le colgarán 

por los pulgares en una cámara subterránea y le abandonarán hasta que se 

pudra. Es necesario olvidarlas para no enloquecer. No hay que guardar en la 

mente más imagen que la de la mestiza que diariamente, cuando se insinúa la 

noche, acude a su apostadero, frente a la ventana. Eso sí, eso es una realidad 

Tres días; no restan más que tres días. Inés ha resuelto que esta noche 

hablará con él, aunque no le entienda. Su amor la transfigura. La muchacha 

tímida, recelosa, está pronta a correr cualquier riesgo. Corta un racimo de uvas, 

en la viña de la huerta, y cruza con él la calle. Lo muestra de lejos a los soldados, 

quienes se encogen de hombros: ¡Para el prisionero!

Después de todo, poco falta para que los ingleses abandonen a Buenos 

Ahora están frente a frente, separados por el muro: de un lado John Drake, 

todo luz; del otro Inés, toda sombra. Ella se empina, porque la ventana está muy 

alta, y tiende el racimo. Él se encarama en el escabel, pero en lugar de tomar la 

fruta, se aferra a la muñeca de la mestiza. Las uvas ruedan para el suelo. La 

muchacha, aplastada contra la pared, siente la aspereza de la tapia mojada de 

rocío, punzándole los pechos y el vientre. El pirata habla atropelladamente, 

jadeando, y ella advierte, en el borbotón de palabras desconocidas, el tono de 

ruego angustiado. A poca distancia, sobre su cabeza, se enciende el pelo sutil 

que se muere por acariciar. Drake guarda silencio; sólo se oye su respiración 

anhelosa. Le suelta el brazo y de un manotón lanzado en la noche, ciego, le 

arranca el vestido tenue y descubre un hombro moreno. Esa fruta sí; a esa fruta 

sí la quisiera, que debe ser tibia y lisa y dulce.

Pero ya se aproximan los soldados con los arcabuces, e Inés huye hacia la 

casa de don Rodrigo. Mañana, las gallinas picotearán en el fango, sorprendidas 

por el inesperado banquete, las primeras uvas del señor Ortiz de Zárate.

Inés no ha regresado durante dos días a la tapia desde la cual suele atisbar 

al preso. Doña Juana de la Torre se ha enterado, por chismes de las esclavas que 

hilan en sus ruecas, de que la mestiza llevó un regalo de su fruta al capitán 

cismático, y la ha amenazado con decírselo al teniente de gobernador si se repite 

el episodio. Es muy piadosa; a la Reina de Inglaterra la llama «la Diabla»; se 

persigna tres veces antes de acurrucarse en el lecho marital.

La muchacha solloza en su habitación. ¡Mañana, mañana mismo, el 

pequeño Dragón se esfumará para siempre! No le verá y los días transcurrirán, 

monótonos, entre los rezongos de don Rodrigo y la charla mareante de los 

esclavos. Se pasa la mano, suavemente, sobre el hombro. Cierra los ojos e 

imagina que es él quien la roza con los dedos de filosa delgadez. Aguarda a oír 

Es noche de luna llena; la embalsama el aire liviano. La ciudad reposa. A 

veces, el chillido de una lechuza solitaria ahonda la quietud. Los soldados velan 

delante de la puerta de Pablo de Xerez. Ortiz de Zárate es muy riguroso: no 

vayan a volársele los pájaros, cuando les tienen lista la jaula en Asunción del 

Inés corre hacia su refugio, bajo el sauce, en puntas de pie. Los carceleros 

no notan su presencia. Chista muy bajito y en seguida surge en la ventana la 

cara de John. Nunca le ha parecido tan hermoso a la mestiza, nunca tan leve el 

pelo de oro. La luna lo enciende en la cruz de los barrotes.

La niña da un paso, dos, tres, hasta que el resplandor lunar se vuelca sobre 

ella como un torrente de plata. Desprende entonces su vestido y lo deja caer 

despacio, con un ademán ritual. Queda completamente desnuda ante el infiel. 

John Drake muerde el barrote. Inés le brinda lo que puede brindarle, lo único 

que puede brindarle: esa desnudez de sus dieciséis años celosos; todo lo que 

El pirata, deslumbrado, lanza un grito. Los soldados ven, un segundo, la 

forma ágil, saltarina, que desaparece. Y en la ventana, los ojos celestes, 

Al alba, a caballo, con escolta, John Drake, Richard Farewether y Daclos, 

partieron para Asunción, etapa en su rumbo al Santo Oficio de Lima.